Se sorprendió cayendo por uno de sus huecos, uno cuyo mapa mentía dándolo por lleno o marcándolo como poco más que un escalón, y en su caída volvió a arañarle en un intento desesperado de sujetarse para no volver a ahogarse en lágrimas. Con lo tranquila que había caminado últimamente por esos rincones, aquel agujero la pilló desprevenida. Y se asustó de su magnitud.
Y por enésima vez recordó que es difícil que una de sus tormentas se disuelva sin más, sin llover y sin algún que otro trueno, una vez que comienza. Que fueron esas lágrimas no lloradas las que formaron lagos en su interior, y que aunque ya no quede mucho de todo aquello todavía tendrá que seguir mirando por dónde pisa cuando camine por ciertos lugares de su mente. Por ella misma, pero también por él.
Y le recordó, con la cara arañada y su brazo extendido, mirándola con calma.
Y pensó en los años en los que otros se situaron lo suficientemente cerca como para oír su risa pero lejos de su alcance si tropezaba...
imagen
Derivada segunda
-
En algún momento nos arrepentimos de algo.
Algunos pedimos perdón.
Después llegan los que nos hacen arrepentirnos de haber pedido perdón.
Hace 5 años