martes, 26 de febrero de 2013

El mundo se divide en dos






Y la frontera está
en el borde
de nuestra cama.

jueves, 14 de febrero de 2013

Ángeles Mastretta

Su marido era un hombre común y corriente, con sus imprescindibles ataques de mal humor, con su necesario desprecio por la comida del día, con su ingrata certidumbre de que la mejor hora para querer era la que a él se le antojaba, con sus euforias matutinas y sus ausencias nocturnas, con su perfecto discurso y su prudentísima distancia sobre lo que son y deben ser los hijos. Un marido como cualquiera. Por eso parecía inaudita la condición de perpetua enamorada que se desprendía de los ojos y la sonrisa de la tía Valeria. 

-¿Cómo le haces? -le preguntó un día su prima Gertrudis, famosa porque cada semana cambiaba de actividad dejando en todas la misma pasión desenfrenada que los grandes hombres gastan en una sola tarea. Gertrudis podía tejer cinco suéteres en tres días, emprenderla a caballo durante horas, hacer pasteles para todas las kermeses de caridad, tomar clase de pintura, bailar flamenco, cantar ranchero, darles de comer a setenta invitados por domingo y enamorarse con toda obviedad de tres señores ajenos cada lunes. 


-¿Cómo le hago para qué?- preguntó la apacible tía Valeria. 
-Para no aburrirte nunca- dijo la prima Gertrudis, mientras ensartaba la aguja y emprendía el bordado de uno de los trescientos manteles de punto de cruz que les heredó a sus hijas-. A veces creo que tienes un amante secreto lleno de audacias. 



Imagen: margaritas contentas en mi jardín.

jueves, 7 de febrero de 2013

Como siempre, como viene siendo habitual.


Tengo deudas de amor contraídas con algunas canciones, con ciertas palabras dichas en el lugar oportuno, con poemas que llegaron en el momento adecuado y que tiemblan de fiebre en la memoria...

Son palabras que me besan y me mecen, que como pequeñas brujas adivinan mi estado de ánimo y me resuenan por dentro, cobrando todo su sentido,  oculto a los ojos inexpertos, como un jeroglífico del que solo yo tuviera la piedra rosetta.



Son tan perfectas las palabras, tan perfecto el momento, tan perfecta la magia, que me da miedo hablar, contestar, respirar,
moverme,
porque cualquier movimiento podría hacer desaparecer este momento, como una pompa de jabón, tan frágil...
El tiempo se ha parado, se ha solidificado, no admite siquiera la posibilidad del movimiento, cualquier signo de actividad de mi cuerpo ha desaparecido
excepto mi corazón, que late desbocado
porque el universo ha estallado en mi interior.
Así me has tocado con tus palabras...


imagen; Kincaid Park at sunset.



 
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