Decidí dejar que la vida me despeinara. ¿Por qué no? Enseguida me di cuenta de que tenía poco que perder. Supe entonces que podía cambiar de planes y adentrarme por otros caminos, incluidos los de mi interior. Y allí estabas, dentro y fuera, siendo más inesperado lo primero -he de decir-.
Pero lo raro no fue eso, lo raro fue que se me hubiera olvidado. Me refiero tanto a la posibilidad de cambiar la vida como a la imposibilidad de planificarla.
Planificar la vida... Qué aburrido nos suena eso ahora, ¿verdad?
Pero lo raro no fue eso, lo raro fue que se me hubiera olvidado. Me refiero tanto a la posibilidad de cambiar la vida como a la imposibilidad de planificarla.
Planificar la vida... Qué aburrido nos suena eso ahora, ¿verdad?