lunes, 8 de febrero de 2010

Diálogo silencioso

El cometa no fue consciente de ello, pero se acercó a aquel Sol tranquilo con una órbita demasiado excéntrica, creyendo durante el perihelio que había encontrado su lugar: algo de gravedad para hacerle girar en una órbita estable y un viento amarillo que arrancaba de él una hermosa y brillante cola. Pero no, salió propulsado sin remedio como manda la forma de la elipse que recorría y se alejó sin querer de aquella estrella a la que con la rabia propia de la desesperación echó la culpa de evaporar su materia. Aquella estrella, la que había dado forma a su órbita y aquel hermoso color a su estela.

¿Eso es lo que eres? ¿Un cometa? No, no lo eres. Y lo sabes.

Le pareció al cometa en su viaje de vuelta al frío vacío interestelar que había perdido parte de sí mismo, pero lo olvidó enseguida. Vagó ya sin volver a pensar en aquel sistema solar y recorrió otros, llenos de planetas en órbitas estables con bonitas lunas en sus cielos, asteroides solitarios, gigantes rojas que se consumieron ante sus ojos... vagó sin darse cuenta de que ya no lucía aquella elegante cola, llena de materia sublimándose en una locura de moléculas danzantes ebrias de alegría.

No eres nada de eso. No busques excusas ni te inventes cuentos.

No me invento cuentos; busco metáforas, siempre las he buscado. Y él es realmente bueno en eso...

Hiciste lo que hiciste porque es tu naturaleza, como el escorpión de la fábula. Hay que tener cuidado contigo.

No, todo eso se acabó. Además, ¿qué habrías hecho tú en esa situación?

Yo no tengo que hacer nada, soy un mero espectador.

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1 comentario:

  1. Extraña entrada. Creo que la entiendo en un... ¿25%?. No importa. Tengo mucho tiempo y ayuda para descifrarla.

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