lunes, 14 de junio de 2021

Para siempre, como una flor.

Siempre busco el rincón cálido, ya sea en el jardín o en una historia. Por eso hace años que huyo de los finales tristes, aunque me los vaya encontrando mucho más a menudo ahora, en este mundo que es una década más viejo. Los finales felices envuelven, calman, permanecen. Completan. Incluso si no todos los cabos se atan, incluso si alguna espina permanece clavada. Incluso si hubo que recorrer algún sendero oscuro para llegar hasta aquí, y algo de esa oscuridad nunca pueda dejarse atrás.

Los finales felices a veces son los más difíciles.




domingo, 10 de marzo de 2019

Las cuatro de la tarde

Nos hemos despertado al alba, hemos desayunado, hemos ido a darnos un baño en la playa y hemos comido. Y todo acabará cuando anochezca. Pero ahora son las cuatro de la tarde. 


Puedes creer que lo tienes todo. Puedes tener una casa o dos, un buen trabajo, un grupo de amigos con quien compartir aficiones, buena salud. Una pareja con la que salir en las fotos. Y puede que eso te baste. Un mundo pequeño que aparentemente controlas, pero un mundo, al fin y al cabo.

Han pasado diez años desde que volví a reconocerme en un espejo. Diez años que, comparados con los diez anteriores, parecen una vida entera, ancha, rica y profunda, como las que se viven después de un largo coma. Recordé cómo se miraba hacia arriba y el mundo volvió a ser inconmensurable y hermoso. Todo eso ahora me resulta lejano y hace años que perdió su substancia, su consistencia pétrea y su sabor a ceniza y escombro.

Diez años en los que te llevo queriendo como no creía que sería posible querer a nadie. Diez años en los que me llevas queriendo como jamás habría pensado que nadie podría quererme.

Y sólo son las cuatro de la tarde.

miércoles, 26 de octubre de 2016

Feliz No-Aniversario

La convivencia matrimonial puede obrar ese prodigio: vivir pegado a una persona para olvidarte de ella poco a poco, sentir que cada día es más difícil reconocerla, percibir cómo la sucesión de las estaciones, el devenir de las mareas, algo que tiene que ver con los planetas, o con los porcentajes de humedad, o con las leyes atmosféricas, va apagando un fuego antiguo. Es difícil de explicar: se parece a una lenta evacuación, como si lo que al principio fuera un almacén de agitados sentimientos se hubiera vaciado y ahora los recuerdos del pasado ocuparan el mismo espacio pero no lo hicieran con la misma intensidad; como si, por muchos recuerdos que hubiera ahora, en el viejo almacén quedaran demasiadas baldas vacías. Los recuerdos tienen menos densidad que los sentimientos, por eso la vida de los viejos es infinitamente más leve, más ligera; por eso los viejos se van diluyendo poco a poco, mientras que la vida de los jóvenes tiene la consistencia de los metales pesados.
Pedro Ugarte, "Nuestra historia" (Enanos en el jardín)

viernes, 29 de abril de 2016

Realidad


Tú y tu teoría de las decisiones.

...

Te parece que lo tenías tan claro. Lo de cómo tomar decisiones, las que importan. Y cuando ha llegado el momento, has hecho todo lo contrario. 

Lo sé.

Lo de tu teoría de las decisiones era mentira. Haces igual que cualquiera. Actúas, improvisas, y luego lo intentas racionalizar, lo haces encajar todo haciendo piruetas mentales, las que hagan falta. Pero esto es diferente. No va a ser tan sencillo, ni siquiera para una auténtica acróbata como tú.

Ya lo sé. Ya lo sé...

Y ahora qué hacemos, ¿eh? Dime qué hacemos para salir de ésta. 

No lo sé, no lo sé. NO LO SÉ.





jueves, 28 de enero de 2016

Mamá

Poco a poco dejamos atrás las noches en blanco y los días brumosos empapados de sueño. Se está convirtiendo en una pequeña personita con sus momentos de risas y juegos y sus arranques esporádicos de genio. Con sus diminutos abrazos y sus primeras palabras. Me preguntan a quién se parece y no tengo ni idea. Creo que tendremos que esperar para saberlo.

No soy la misma. Soy alguien mejor. Y sigo cambiando...

jueves, 24 de septiembre de 2015

Decir adiós

Siempre se me dieron fatal las despedidas. Mis adioses consistieron en portazos silenciosos y fui especialista en dejar cabos sueltos.


Salvo una vez. Aquí.



Pero esto no ha terminado.

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viernes, 29 de mayo de 2015

Mar de la Tranquilidad

Redemoinho

Podría hacer una lista de las cosas que me gustan de esta vida que comparto ahora contigo. Ya no hay montañas rusas ni -casi- secretos de estado. Ni espinas clavadas sobre las que volver la vista una y otra vez. Ni silencios llenos de asuntos pendientes.

La vida nos dejó la piel en carne viva y algún que otro trozo de corazón congelado para siempre, pero también nos quitó lastre, y ahora voy de un sitio a otro ligera, como prendida de un globo aerostático. Me vacié de fechas y lágrimas y me llené de aire como la vela de un barco, me deshice de los ciclos cerrados y desde entonces no he podido parar de sonreír.

No he podido parar de sonreírte. Qué suerte, ¿verdad?


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miércoles, 10 de diciembre de 2014

Mi hijo pequeño

Déjame que te cuente una cosa: mi hijo mayor -tu hermano- murió hace más de dos años. Casi nadie diría que llegué a tener un hijo entonces, porque no llegó a nacer. Su corazón dejó de latir muy prontito, pobre... Solo quien ha pasado por algo así entiende lo profundo e incomprendido que es ese dolor. Esa ilusión que se desvanece en un segundo sin dejar ni rastro.

Mi hijo mediano también murió hace algo más de un año a las pocas semanas de existir. Y no es que lo sintiera menos, es que ya conocía la punzada de dolor que da ver una ecografía silenciosa. Incluso antes mi sangre ya presagiaba su final... Pero de alguna forma, la posibilidad de su pérdida era muy real. No hubo menos dolor, sino menos sorpresa.

Por eso, como el dolor de mi hijo mayor, con la ilusión expuesta, con la guardia bajada... todavía me estremezco cuando recuerdo aquel momento.



Y entonces apareciste tú. Te anunciaste con el Año Nuevo y nadie, ni siquiera yo, pensó que la historia tendría otro final diferente al de tus hermanos. Pero fíjate, fuiste superando prueba a prueba, ecografía a ecografía, y mes a mes te me agarraste a las entrañas mientras yo, incrédula, veía a mi cuerpo transformarse para acomodarte. Lo lograste contra todo pronóstico.

De ahí tu nombre de vencedor.


lunes, 7 de julio de 2014

Mar interior

Navego por las corrientes de esta otra ciudad en blanco y rojo que surge de la antigua durante unos pocos días, igual que una flor; eso sí, ahora con un poco más de cuidado, aunque tú aún no lo sepas. Seguramente te llegan los ruidos y la música, las voces, incluso algo de luz, todo atenuado por ese mar interior en el que nadas en silencio. Todavía no me termino de creer que estés ahí.

Pero es que todavía no eres nadie en concreto.

Me temo que tendré que esperar a que salgas del agua...


Imagen propia


viernes, 28 de febrero de 2014

Espera

The Lady (ella es coqueta)
No quiero que me entiendas mal. Sencillamente, es que no consigo hacerte sitio. Quizá es que todavía no estoy segura de que vayas a quedarte y por eso aún no quiero a mover nada. O es que cada cosa ya tenía su lugar, y todo va a desbaratarse de nuevo. Ahora que por fin ya estábamos descansando.

Tampoco te conozco. Y eso no me ayuda.

No sé dónde colocarte.

O peor aún, no quiero que salgas de ese lugar sin espacio que ocupas. No quiero que tomes forma en mi mente, porque entonces tendré que hacerte sitio, y no sé por dónde empezar.


 
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