Se puede calcular, tal como me mostraste, la probabilidad de mis más serias dudas. Podría intentar elevar a la enésima potencia mi optimismo y arrancar de raíz cuadrada las lágrimas que de forma periódica, igual que una división absurda, aparecen por la noche, en la oscuridad, cuando los ruidos exteriores se acallan y me quedo a solas con mi mente.
Más vale que me ves, me oyes y me sacas las cuentas porque siempre fuiste mejor en matemáticas que yo, pero me temo, mi querido náufrago, que esto es más cuestión de fe que de otra cosa y, aunque quiero creerte, ya sabes que a mí eso de la fe siempre se me dio fatal...
Yo soy de letras, por lo que apuesto por la fe. Es simple, un pizca de confianza, otra de tranquilidad, otra de vivir el momento y una última de no darse por vencida.
ResponderEliminarBssss!!!
Ese grifo que no termina de cerrar...gotas que de cuando en cuando amenazan con caer.
ResponderEliminar(Creo que en ciertos momentos, es inevitable).
María
Besos
Querida Marieta, yo soy de ciencias puras, así que esa fórmula que me propones podría servir. Solo tengo que encontrar las proporciones adecuadas.
ResponderEliminarBesos, compañera.
¡Ay, María! Pues sí, a veces es inevitable ver de reojo las gotas que se forman en la boca de ese maldito grifo. Sin embargo, cada vez voy estando más convencida de que las cosas ocurrirán de la mejor manera posible. Qué cosa es ésto de la estadística...
ResponderEliminarUn beso.