Hace un año que compramos esta casa. Es una casa preciosa.
Quizá es porque entonces no lo gritaste a los cuatro vientos, aunque entendiera por qué.
Puede que fuera porque todos eligieron su cuarto y yo no guardé, ni siquiera en mi mente, un lugar para poner una cama pequeñita para ella.
Quizá es porque en el fondo soy una romántica empedernida -quién lo diría- y me encantan los cuentos que acaban con los novios casándose, siendo felices y comiendo perdices. Igual que ellos, que se casaron a orillas del Mediterráneo; ella con orquídeas blancas en el pelo y esperando el primer hijo de ambos.
El caso es que hace un año que compramos esta casa. Y han venido a vernos algunos viejos amigos y otros nuevos. Y tu familia y la mía.
Y han venido tus hijos.
Y yo... creo que yo no acabo de encontrar mi lugar. Quizá por eso me siento incapaz de florecer.
La foto es mía
Cuando menos intentes encontrar tu lugar, lo encontrarás.
ResponderEliminarSimplemente necesitarás escuchar a tu corazón, verás como entonces las suaves hojas de tu orquidea, renacerán bellas y fuertes.
Escucha a tu corazón, el te dirá a dónde perteneces.
Sé que sabrás escuchar.
Un abrazo grande.
Rebeca.
Nadie jamás podrá darte tu sitio. Tu sitio te lo das a ti.
ResponderEliminarSé que es sencillo decirlo, pero es así.
Un beso
No te olvides de que la vida sigue...
ResponderEliminarY no permitas que el dolor, no te deje conocer el otro lado de la luna.
Besos
María
Será cosa de tu espejo... pero no vemos las mismas cosas.
ResponderEliminarYo ví a una mujer bella, madura, serena... es evidente que ya has florecido y con un especial esplendor; es una lástima que por tener otras cosas en la mente todavía no te hayas dado cuenta...
Un abrazo.
Queridas Rebeca y Begoña, a veces es difícil no despistarse cuando lo que pasa en el interior no coincide con lo que ocurre en el exterior.
ResponderEliminarGracias por estar aquí.
María, en eso estoy, aunque no siempre lo consiga.
ResponderEliminarGracias por tus palabras.
Ya te dije, mi querido Hombre Valiente, que el auténtico enemigo no está enfrente más que cuando nos miramos en el espejo. Y tienes razón, quizá es que me empeño en fijarme solo en los detalles que me duelen.
ResponderEliminarPero, ¿ves?, luego vienes tú y me dices esas cosas tan bonitas. :)
Muchísimas gracias, Mariano.
Un beso.