No se habían visto hacía años, así que se acercaron con una mezcla de alegría contenida, extrañeza y precaución. Especialmente ella, que cruzó los dedos confiando en que el tiempo transcurrido hubiera atenuado la herida que le causó al chico de los besos dulces hasta dejarla en una de tantas cicatrices que dan esa clase de peso al corazón. Se le acercó despacio y cuando su mejilla casi tocó la de él, le susurró:
Quiero que sepas -dijo ella- que me alegro mucho de verte, de mirarte y que me devuelvas la mirada. Que cada vez que me acuerdo de ti, me odio un poco. Que aún guardo la única carta que me enviaste aquel verano que te fuiste al norte, pero que en todos estos años no he sido capaz de reunir el valor para volver a leerla...
El chico de los besos dulces no dijo nada.
Y que todavía recuerdo muy bien los besos que me diste. Tan preciosos. Tan suaves y dulces...
El chico de los besos dulces permaneció en silencio sin moverse, pero una sonrisa apenas perceptible se asomó en su rostro, fuera del alcance de la vista de ella.
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Quiero que sepas -dijo ella- que me alegro mucho de verte, de mirarte y que me devuelvas la mirada. Que cada vez que me acuerdo de ti, me odio un poco. Que aún guardo la única carta que me enviaste aquel verano que te fuiste al norte, pero que en todos estos años no he sido capaz de reunir el valor para volver a leerla...
El chico de los besos dulces no dijo nada.
Y que todavía recuerdo muy bien los besos que me diste. Tan preciosos. Tan suaves y dulces...
El chico de los besos dulces permaneció en silencio sin moverse, pero una sonrisa apenas perceptible se asomó en su rostro, fuera del alcance de la vista de ella.
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Un algodoncito en la esquina? Tovarich, me alegro de que ahora al evocar el pasado te vengan también ráfagas de aire fresco. Besos
ResponderEliminarNo... No es el algodoncito en la esquina. El chico de los besos dulces es alguien que de vez en cuando pasa por aquí en silencio. Alguien de un pasado remoto y común. Alguien que mereció en su día por lo menos una explicación y al que hoy de forma sutil y silenciosa le pido una disculpa por algo sucedido hace ni más ni menos que 22 años.
ResponderEliminarQué curiosidad...
ResponderEliminarUna ternura cada palabra...
ResponderEliminarTe mando un beso enorme
Tovarich, no era esa clase de algodoncito. Y no me atrevo ni a pensar que pueda serlo para él, ni siquiera si le habrá gustado. Solo quería que él lo leyera.
ResponderEliminarUn beso, hermosa.
Ninfa, quizá la próxima vez que nos veamos, que espero que sea pronto!
ResponderEliminarUn beso, querida.
Muchas gracias, Eugenia. Me encanta que te pases por aquí.
ResponderEliminarUn beso grande grande!