Igual que los agujeros en la maceta que necesito para que mis raíces aéreas respiren, así quiero entender los huecos con doble filo que se me forman de tanto en tanto. El doble filo porque llenos de aire me vuelven esponjosa y ligera, pero las lágrimas los empapan fácil y tengo que ponerlos a secar al Sol, que por suerte tengo muy cerca.
Pero la naturaleza de este nuevo hueco es diferente. No se cerrará, y es posible que siempre gotee alguna lágrima. Incluso que en su interior sople una suave brisa; eso sí, mezclada con un toque de nostalgia.
Y eso sería todo si no fuera por el dolor de la falta de bailes y risas. Los fuegos artificiales que no disparamos, la alegría conservada en la nevera. El frío y miope recibimiento. Eso es lo que consigue, y conseguirá siempre -me temo-, que los ojos se me vuelvan agua.
Agua de color amargo.
Pero la naturaleza de este nuevo hueco es diferente. No se cerrará, y es posible que siempre gotee alguna lágrima. Incluso que en su interior sople una suave brisa; eso sí, mezclada con un toque de nostalgia.
Y eso sería todo si no fuera por el dolor de la falta de bailes y risas. Los fuegos artificiales que no disparamos, la alegría conservada en la nevera. El frío y miope recibimiento. Eso es lo que consigue, y conseguirá siempre -me temo-, que los ojos se me vuelvan agua.
Agua de color amargo.
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