miércoles, 10 de diciembre de 2014

Mi hijo pequeño

Déjame que te cuente una cosa: mi hijo mayor -tu hermano- murió hace más de dos años. Casi nadie diría que llegué a tener un hijo entonces, porque no llegó a nacer. Su corazón dejó de latir muy prontito, pobre... Solo quien ha pasado por algo así entiende lo profundo e incomprendido que es ese dolor. Esa ilusión que se desvanece en un segundo sin dejar ni rastro.

Mi hijo mediano también murió hace algo más de un año a las pocas semanas de existir. Y no es que lo sintiera menos, es que ya conocía la punzada de dolor que da ver una ecografía silenciosa. Incluso antes mi sangre ya presagiaba su final... Pero de alguna forma, la posibilidad de su pérdida era muy real. No hubo menos dolor, sino menos sorpresa.

Por eso, como el dolor de mi hijo mayor, con la ilusión expuesta, con la guardia bajada... todavía me estremezco cuando recuerdo aquel momento.



Y entonces apareciste tú. Te anunciaste con el Año Nuevo y nadie, ni siquiera yo, pensó que la historia tendría otro final diferente al de tus hermanos. Pero fíjate, fuiste superando prueba a prueba, ecografía a ecografía, y mes a mes te me agarraste a las entrañas mientras yo, incrédula, veía a mi cuerpo transformarse para acomodarte. Lo lograste contra todo pronóstico.

De ahí tu nombre de vencedor.


2 comentarios:

 
Creative Commons License
La vida de una Orquídea by lavidadeunaorquidea.blogspot.com is licensed under a Creative Commons Reconocimiento-No comercial-Sin obras derivadas 3.0 España License.