La temperatura que ha hecho estos días en esta ciudad me ha recordado que nací demasiado al norte. A las orquídeas les encanta el calor, pero las que viven aquí saben que habrá que esperar hasta bien entrada la primavera del año que viene para que dé gusto pasear por la calle. Aún así, este año eso no me ha molestado tanto como otros. Siempre suelo recibir los primeros fríos a regañadientes, pero curiosamente esta vez el tiempo ya invernal se ha sintonizado con mi mente y mi cuerpo -mi corazón sigue a lo suyo y no se preocupa por esos detalles-, entrando en una especie de compás de espera en el que tengo la calma que necesito.
Así que así estoy, no en mi mejor momento pero tampoco en el peor, con los sentimientos todavía algo amortiguados, con el brillo de mis ojos un poco atenuado, pero con la sensación de que aunque quizá en la superficie no se aprecie todavía, el tiempo pasa, las heridas duelen menos y el futuro poco a poco vuelve a aparecer en el horizonte.
Y vuelvo a ser capaz de reírme a carcajadas. Cómo había echado de menos reírme a carcajadas...
Así que así estoy, no en mi mejor momento pero tampoco en el peor, con los sentimientos todavía algo amortiguados, con el brillo de mis ojos un poco atenuado, pero con la sensación de que aunque quizá en la superficie no se aprecie todavía, el tiempo pasa, las heridas duelen menos y el futuro poco a poco vuelve a aparecer en el horizonte.
Y vuelvo a ser capaz de reírme a carcajadas. Cómo había echado de menos reírme a carcajadas...
Pues busca todas las excusas posibles para hacerlo, que seguro que tienes muchas.
ResponderEliminarBesazos