Ojalá pudiera escribirte como un texto en una hoja de papel, recrearme en las palabras para que contuvieran todas las ganas que tengo de cerrar las puertas, atarte al color blanco del folio con frías frases y arrojarte al fuego para que te convirtieras en lo que realmente me diste: humo, ceniza, nada.
Ojalá pudiera sacarte de mis ojos, quitarte de mis lágrimas, echarte de mis manos. Ojalá pudiera hacer magia para hacerte desaparecer de mis años y mis noches. Ojalá no viera tu imagen en mi espejo, ojalá no recordara tu voz cargada de falsos anhelos, de palabras disfrazadas, vacías porque no había nada tras ellas. Imposibles de encontrar porque nunca tuviste la menor idea de por dónde empezar a buscarlas o porque ni siquiera sentiste la necesidad de hacerlo.
Ojalá, porque no podrás disolverte en el paso del tiempo. Eres como una piedra en el lecho de un río: encajada, incapaz de moverse con la corriente, impermeable y fría... y da igual que el tiempo haya redondeado tus aristas, porque sigues molestando cada vez que tropiezo contigo o intento pisarte para no ocupes más sitio.
Pero ya no estás ni en mi presente ni en mi futuro, y yo no seré más para ti que lo que ya fui.
Y tú ya no serás nada. Nada en absoluto.
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domingo, 30 de enero de 2011
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Una vez más, me has encogido el corazón...
ResponderEliminarNo sé que decirte, salvo que un día las frías piedras del camino, no serán más que volutas de humo que desaparecerán sin dejar rastro, cuando menos te lo esperes...
Llegará el tiempo, en el que no tropieces, ni sientas la necesidad de querer pisarlas...
Simplemente se irán, convirtiéndose en cenizas de lo que un día fueron...
¿Cuándo?...Cuando el corazón así lo sienta...y la mente no intente olvidar, cuando el alma comience a cicatrizar...
Un abrazo fuerte desde un rincón del cantábrico!
Rebeca.
No sé si será tan sencillo, Rebeca. En cualquier caso, gracias por tus palabras.
ResponderEliminarUn abrazo.
Sencillo no es, como todo lo que se cruza en nuestro caminar por la vida...pero es algo que debe de llegar, todos los corazones se merecen una, dos, tres, infinitas oportunidades de ser felices...de resurgir de sus cenizas y latir con fuerza...(o al menos es cómo me gusta pensar...)
ResponderEliminarTe mando toneladas de paciencia y ánimo!
La suerte no la necesitarás, simplemente te llegará...
Un abrazo.
Rebeca.