jueves, 23 de junio de 2011

Dama de noche

Paseo por mi mente -no sin cierto cuidado- buscando los resortes que hacen que salte en una no tan graciosa voltereta del estado sólido y más o menos estable al gaseoso para ocupar todo el espacio disponible o al líquido que conservo en mis lagos interiores. Más o menos me los conozco, aunque a veces descubro una palanca nueva que explica algunas cosas; pero he llegado a una conclusión: voy a tener que poner orden. O carteles de aviso a las dichosas palancas.

Ayer por la noche me senté despacio en un rincón de mi cabeza y me contemplé con detalle. Miré con desdén algún que otro recuerdo a ver si se daba por enterado y sonreí al eco de las carcajadas que se me van cayendo por todas partes. Avisé a mi mente de que ya ha disfrutado de unas largas vacaciones y que hay que volver a concentrarse y recuperar aquella capacidad que sé que tiene. Mi corazón me sonrió un momento -ahora siempre sonríe- y voló de vuelta junto al suyo, donde ha establecido su residencia habitual. Sintonicé ese ruido de fondo en un canal perdido y le recordé su origen y el lugar que debería ocupar. Hice un inventario con las horas de Sol, las risas compartidas y los guiños cómplices; incluso me propuse ordenar alguna imagen perdida en la mudanza, cuando me vine a vivir aquí, a esta nueva vida.

Y miré la arena, ya depositada en el fondo del vaso, y recordé quién la puso ahí. Y noté una punzada de la rabia, pero no hacia quien lo hizo, sino hacia mí misma por permitírselo...

Vas a tener que hacer algo más que eso. Asúmelo ya y pasa página, que no haces más que lamentarte. Te estás saboteando, y es lo más estúpido que has hecho en tu vida. Hazlo, o tendré que encargarme yo.


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6 comentarios:

  1. Me alegro mucho de que tu corazón sonría siempre.

    Todos debemos seguir en pie hacia adelante, porque sólo tenemos una vida y tenemos que vivirla a tope.

    Un beso,

    Rebeca.

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  2. Me alegro de que hayas encontrado, en parte, el camino de vuelta. De que la arena de nuevo esté en el fondo y que ya empieces a pintar rótulos de peligro en unos lagos que, por experiencia propia, te digo que no merece ni la pena meter un tobillo. El desahogo siempre viene bien, pero como todo en esta vida (menos en el sexo.... eso ya es cuestión mía), con medida y cabeza. Pero hay una cosa que no comparto: es normal que uno no se proteja ante quién confía por lo que tampoco te apropies de esa rabia. Y es un buen consejo el que te llega desde la isla.

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  3. Hay que ordenar los recuerdos, no queda otra, y a veces es necesario tirarlos a la basura. Uno no puede andar tropezándose de continuo con estorbos ;)
    Saludos

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  4. Gracias, Rebeca. Tengo que procurar dejar de lado la dichosa manía que tengo de mirar de reojo hacia atrás.

    Un beso.

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  5. Marieta querida, tienes mucha razón. Confío, y la inmensa mayoría de las veces acierto, pero seguramente todos nos toparemos en nuestra vida con uno o dos villanos y eso no debería robarnos la capacidad de confiar.

    Bueno, y ese consejo vino de la isla, pero no con esas palabras. Las suyas son más cuidadosas, así que mi mente se encarga de afilarlas.

    Un abrazo, camarada.

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  6. Eso es, Begoña, tú lo has dicho: estorbos. Eso es exactamente lo que quería decir.

    Un beso y muchas gracias.

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