sábado, 18 de junio de 2011

Flor en vaso de agua

Imagina un vaso de cristal que contuviera agua y arena muy fina. Si tengo cuidado al moverlo, permanecen separados el uno del otro y puedo conseguir que solo se formen pequeños remolinos en las superficies de ambos, algún movimiento sin mucha importancia que no consigue quitarle al agua su transparencia. Y se ve al arena, claro, quieta al fondo del vaso, pero incluso podría decirse que parece bastante inofensiva.

Pero si me tropiezo, u olvidando que lo llevo en una mano me echo a correr, o sin querer alguien me empuja, entonces se ponen en movimiento y se mezclan, y el agua se vuelve turbia, alterada por los millones de granitos de arena suspendidos en su interior que ocultan la luz y le dan ese aspecto de agua vieja, encharcada e insalubre.

Eso es lo que me ocurre; que no sé cómo deshacerme de la maldita arena que llevo suelta en mi mente y mi corazón y que hace que me piquen tanto los ojos que no pueda dejar de llorar.

Flor en vaso de agua de flickr.com

4 comentarios:

  1. Con ánimo, respirando hondo y sacando fuerzas aunque a veces sean inexistentes...

    Lo que tú eres prevalecerá sobre todo, y esa maldita arena se difuminará, porque lo que nos hace felices vale mucho más para el corazón que para la cabeza.

    Y es el corazón el que duele cuando algo va mal...

    Un abrazo,

    Rebeca.

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  2. Lo primero, bienvenida!!! Echaba de menos esa parte mía virtual más de café calentito porque ha sido irte y perderme en la lujuria de la forma más escandalosa.
    ¿Qué decirte? Que no olvides que esa flor nada en aguas tranquilas, que la arena está al fondo y hay que dejarla reposar. Es como ese café bueno del que no hay que remover la cucharilla para que los posos amargos no te lo avinagren.
    Un beso

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  3. Querida Rebeca, tienes razón. El corazón es lo que duele en realidad.

    Un beso y muchas gracias.

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  4. Querida Marieta, no parece ese un mal lugar para perderse, ¿no? Espero que te lo pasaras escandalosamente bien. ;)

    Esa arena está casi siempre en reposo y no incordia, y por eso cuando se me olvida y no tengo mucho cuidado me pilla siempre con la guardia baja, se me remueve entera y tarda en volver a caer al fondo.

    Más vale que mi querido náufrago tiene mucha paciencia y me abraza tranquilo y comprensivo mientras se calma mi tormenta.

    Un beso, hermosa.

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