Imagina un vaso de cristal que contuviera agua y arena muy fina. Si tengo cuidado al moverlo, permanecen separados el uno del otro y puedo conseguir que solo se formen pequeños remolinos en las superficies de ambos, algún movimiento sin mucha importancia que no consigue quitarle al agua su transparencia. Y se ve al arena, claro, quieta al fondo del vaso, pero incluso podría decirse que parece bastante inofensiva.
Pero si me tropiezo, u olvidando que lo llevo en una mano me echo a correr, o sin querer alguien me empuja, entonces se ponen en movimiento y se mezclan, y el agua se vuelve turbia, alterada por los millones de granitos de arena suspendidos en su interior que ocultan la luz y le dan ese aspecto de agua vieja, encharcada e insalubre.
Eso es lo que me ocurre; que no sé cómo deshacerme de la maldita arena que llevo suelta en mi mente y mi corazón y que hace que me piquen tanto los ojos que no pueda dejar de llorar.
Flor en vaso de agua de flickr.com
Pero si me tropiezo, u olvidando que lo llevo en una mano me echo a correr, o sin querer alguien me empuja, entonces se ponen en movimiento y se mezclan, y el agua se vuelve turbia, alterada por los millones de granitos de arena suspendidos en su interior que ocultan la luz y le dan ese aspecto de agua vieja, encharcada e insalubre.
Eso es lo que me ocurre; que no sé cómo deshacerme de la maldita arena que llevo suelta en mi mente y mi corazón y que hace que me piquen tanto los ojos que no pueda dejar de llorar.
Flor en vaso de agua de flickr.com
Con ánimo, respirando hondo y sacando fuerzas aunque a veces sean inexistentes...
ResponderEliminarLo que tú eres prevalecerá sobre todo, y esa maldita arena se difuminará, porque lo que nos hace felices vale mucho más para el corazón que para la cabeza.
Y es el corazón el que duele cuando algo va mal...
Un abrazo,
Rebeca.
Lo primero, bienvenida!!! Echaba de menos esa parte mía virtual más de café calentito porque ha sido irte y perderme en la lujuria de la forma más escandalosa.
ResponderEliminar¿Qué decirte? Que no olvides que esa flor nada en aguas tranquilas, que la arena está al fondo y hay que dejarla reposar. Es como ese café bueno del que no hay que remover la cucharilla para que los posos amargos no te lo avinagren.
Un beso
Querida Rebeca, tienes razón. El corazón es lo que duele en realidad.
ResponderEliminarUn beso y muchas gracias.
Querida Marieta, no parece ese un mal lugar para perderse, ¿no? Espero que te lo pasaras escandalosamente bien. ;)
ResponderEliminarEsa arena está casi siempre en reposo y no incordia, y por eso cuando se me olvida y no tengo mucho cuidado me pilla siempre con la guardia baja, se me remueve entera y tarda en volver a caer al fondo.
Más vale que mi querido náufrago tiene mucha paciencia y me abraza tranquilo y comprensivo mientras se calma mi tormenta.
Un beso, hermosa.