El suave tacto de las manos extendidas o el leve roce de las puntas de los dedos. Un lenguaje silencioso y de textura nocturna, un idioma sin verbos, una canción compuesta por dos respiraciones a dúo.
Algunas noches me lanzo a recorrer tu piel sin una ruta planeada, sin dibujar mapas que me lleven por la orilla, sino mar adentro, a lo profundo del más absoluto de los silencios, porque cualquier palabra se me queda demasiado grande y ruidosa de tan cerca que estoy de ti.
Y es raro, pero a veces tengo la suerte de encontrar un nuevo rincón no explorado en el que fondear, a resguardo de las tormentas, hasta el siguiente cambio de Luna, en el que mis dedos me reclamen partir con la urgencia con la que se busca desesperadamente a un náufrago perdido -o encontrado, quién sabe- en su lejana isla dorada...
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Algunas noches me lanzo a recorrer tu piel sin una ruta planeada, sin dibujar mapas que me lleven por la orilla, sino mar adentro, a lo profundo del más absoluto de los silencios, porque cualquier palabra se me queda demasiado grande y ruidosa de tan cerca que estoy de ti.
Y es raro, pero a veces tengo la suerte de encontrar un nuevo rincón no explorado en el que fondear, a resguardo de las tormentas, hasta el siguiente cambio de Luna, en el que mis dedos me reclamen partir con la urgencia con la que se busca desesperadamente a un náufrago perdido -o encontrado, quién sabe- en su lejana isla dorada...
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Bonitas palabras Orquídea.
ResponderEliminar(Con todos mis respetos, por un momento me has recordado a nuestro querido maquinista). Con tan delicadas formas de expresar, de sentir...
Sigue creciendo, reviviendo y disfrutando.
Besos
María
Una ruta sensual, una ruta sin planificar, una ruta caliente, una ruta rica... y tangible!!!
ResponderEliminarMuchas gracias, María. Le vamos a echar mucho de menos, ¿verdad? En este viaje no ha podido ser, pero ojalá consiga -lo consigan los dos- alcanzar su destino en un futuro no muy lejano.
ResponderEliminarUn beso.
Ay, Marieta, y qué te puedo contar yo de la piel que tú no sepas todavía...
ResponderEliminarUn beso.
Que siempre nos queden las caricias, y las miradas que hablan mientras nos acariciamos...
ResponderEliminarPorque serán esas miradas y esas caricias las que permanezcan cuando todo se derrumbe...
Un beso.
Querida Rebeca, siempre nos quedarán esas caricias en la memoria, porque la sensación del tacto se fija a nuestra piel y pasa a formar parte de ella; no como las palabras, que se diluyen en el tiempo y por eso debemos escribirlas para recordarlas.
ResponderEliminarUn beso.