Han pasado siete días, una alerta nuclear, un cambio de estación y un fin de semana comiendo y bebiendo no tan lejos de casa... un poco de vida en modo presencia física y sin ese mar de fondo que se había empeñado en instalarse entre nosotros y removernos los momentos de calma.
Ahora navego tranquila por las horas que paso en nuestra casa, por las conversaciones destensadas que acaban en carcajadas cómplices, por mi mente descansada como el Mediterráneo un día de verano y por blogs como el de algún que otro antiguo amigo que se convirtió con los años -seguramente lo fue desde el principio- en un auténtico Hombre Valiente.
La última vez que la Luna estuvo tan cerca como hace unos días fue en marzo de 1993. Qué casualidad, ¿verdad, mi querido náufrago?
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martes, 22 de marzo de 2011
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Sí... La vida es cíclica, pero las frecuencias de las ondas son primos entre sí...
ResponderEliminarKiss
Te envidio, Orquidea, porque tenías un naúfrago para que la vida sea cíclica. La mía, me temo que es muy lineal o, si se curva, será para cerrar del principio con el fin. Lo siento, me pillas totalmente desencantada
ResponderEliminarCuando uno inicia una búsqueda debe esperar encontrar algo. Buscar para perder no tiene sentido.
ResponderEliminarQuizá tengas razón y no sea la mejor postura esperar a que alguien o algo se asome a mi camino y me tienda la mano. O puede que en ese camino deba aprender a escuchar mis propios pasos y reconocer el sonido de mi respiración. Mi búsqueda, de momento y lo reconozco, está coja porque he ido al encuentro de piel. ¿Quién sabe si puedo toparte con un corazón debajo? No pierdo la esperanza.
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