Pero ahora la cosa ha cambiado un poco. Le estoy pidiendo que haga algo nuevo, algo por lo que no ha pasado hasta ahora. Algo para lo que, a pesar de su aspecto exterior, no es el mejor momento. Y lo observo. Observo sus ciclos cambiantes y mi mente no acaba de entenderlo. Claro, mi mente espera poder predecir lo que ocurrirá a continuación, y nada. Ni caso. Él responde según un patrón indescifrable, mezcla de hormonas, estados de ánimo y el correspondiente error aleatorio.
Ya, ya lo sé. Que por qué me empeño en predecir, entender, tener las cosas bajo control...
La foto de la chica en flickr.com
Un relato muy original.
ResponderEliminarHabrá que expandir el territorio para hacer trabajar a los sentidos.
Un beso
Hola, Eugenia, siempre es un gusto tenerte por aquí.
ResponderEliminarUn beso.
Hay hilos invisibles que nos comunican. Pero, camarada, también esas conexiones que establecen son tan misteriosas, tan intangibles que por mucho que te empeñes él irá a su aire. Eso sí, tovarich, siempre estará de tu parte... Por cierto, tu descripción se me hace cercana, sólo que yo soy mucho más vaga...
ResponderEliminarQuerida Marieta, ya te echaba de menos :)
ResponderEliminarSé que hará lo que le parezca, así que tendré que concentrarme en la parte buena y de disfrute, y dejar que lo demás suceda. Y espero, tovarich, que como dices se ponga de mi parte, de nuestra parte.
Un beso.