martes, 2 de agosto de 2011

A contrarreloj

Esa es la sensación que tengo: la de ir a contrarreloj. Y no consigo quitármela del estómago, porque sé que en mi cabeza no está; esto es cosa de mis emociones.

O mejor dicho, de las emociones que me causan mis recuerdos. En esta carrera no parto de cero, mi línea de salida se marcó hace ya muchos kilómetros y ahora tengo mucho menos tiempo. Y sé que, aunque parezca una paradoja, compito contra el tiempo pero a la vez no debo intentar correr porque es peor si voy con prisas.

Así que así estoy, con mi estómago retorciéndose, con mis ovarios un poco viejos, con mi corazón en carne viva y con mi mente intentando frenar y equilibrarlos a todos, sin acabar de conseguirlo.

Y me siento tan cansada, tan cansada de notar ese sabor agrio en la garganta...

Imagen: Reloj por Sfer (flickr.com)

4 comentarios:

  1. Agrio o dulce, esta vez el plato lo puedes compartir. Esta vez nadie ha aderezado la comida con hiel. Esta vez el sabor es auténtico, sea el que sea, y el mismo para ambos.

    Un beso

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  2. Camarada: a veces el camino que uno recorre con tantas ganas tiene piedras, o se impone un descanso. Eso no significa ni con lejos que estés en el final. Respira hondo y traga bilis, no queda otra. Y disfruta también de los momentos ricos que tiene ese camino.
    Bssss

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  3. Sé que estamos compartiendo el mismo plato, querido Rkincaid, y que tiene el mismo sabor un tanto agrio para los dos, pero en este momento del menú veo que tú eres mucho más optimista que yo. A mí me da miedo creer que el postre va a ser dulce, pero también me da miedo que, en lugar de algo dulce, me toque un frasco de aceite de ricino.

    Sé que no puedo seguir con este miedo, pero te prometo que no tengo ni idea de qué hacer con él, ni la más remota idea, y eso me desestabiliza.

    Un beso.

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  4. Querida Marieta, tienes razón, se impone un descanso, y no te creas que no disfruto de este momento que tengo la suerte de vivir con mi querido náufrago, es solo que de vez en cuando los besos que no he dado se me remueven, me pinchan y se asoman en mi expresión. Y eso no hay maquillaje que lo disimule.

    Un beso, camarada.

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