miércoles, 7 de abril de 2010

El Club de las Fotografías Literarias VII

Muy a mi pesar, este blog ya no es tan anónimo. De hecho, no lo fue desde el principio, gracias a la "gentileza" de alguien que, pretendiendo "ayudarme", me robó mis palabras y lo peor de todo, mis silencios. Precisamente porque esta persona habló a quien no debía sobre quién era La Orquídea, yo he tenido que callarme a lo largo de todas estas entradas en las que he ido contando y contándome a todos vosotros. Siempre he sentido que él me robó este lugar, y nunca entenderé porqué lo hizo.

Si no hubiera sido así, si este blog y la flor cuidadosamente escogida hubieran permanecido desligados de mi nombre y de mi vida, su contenido, sus colores habrían sido un poco diferentes. Mi querido náufrago me dijo hace poco que este es un blog tirando a rosa. Puede que sí, mi corazón ha manifestado su alegría, su temor o su dolor a lo largo de estas páginas, aunque sobre todo al principio no las teñí en exceso, teniendo en cuenta los ojos que las leían.

De lo que estoy segura es de que habría sido mucho más verde. Mi cuerpo se habría mostrado de forma mucho más evidente, igual que hace siempre que le apetece en el mundo real. Las miradas, los labios, las caricias, la piel y sus sensaciones habrían aparecido con frecuencia de no ser por esta dichosa falta de anonimato que ha traído aquí el pudor que ya no siento en persona.



Y mi mente... mi mente habría pintado las entradas de este blog de un azul más triste, para reflejar otra tristeza que también ha sido mía, otros ojos que se llenaron de ceniza y callaron. Y callo como si tuviera delante una puerta cerrada y estuviera esperando a que me invitaran a pasar.

Callo y espero, como he hecho siempre.


rosa
verde
azul

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