El viento ya amainó hace algún tiempo, pero no tanto como para que el fondo pueda verse nítido ni para dejar de levantar pequeñas ondas en las zonas cercanas a la orilla. La superficie sólo se dedica a reflejar lo que al cielo se le ocurre mostrar aparentemente sin más criterio que su propio capricho. A lo lejos no se distingue bien la línea del agua por la bruma que no se acaba de disolver; todavía es demasiado temprano.
Se divisa alguna embarcación, pero no es posible saber si acaba de partir o está llegando al muelle.
No hace calor. Todavía no hace calor como para quitarse el abrigo y respirar hondo. Me giro y te miro mientras contemplas el paisaje, con el impermeable puesto.
Y el silencio es ensordecedor.
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sonido
miércoles, 21 de abril de 2010
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Después del temporal siempre llega la calma.
ResponderEliminarUn beso.
Pero la calma también puede tener fases, bella Psique. Yo todavía espero la calma última, y la salida del sol.
ResponderEliminarUn beso.