Qué puedo decir... ha sido increíble. La primera vez siempre lo es. Él me lo propuso hace tiempo y yo acepté, sin saber muy bien cómo me sentiría, si estaría a gusto, cómoda... Y cuando llegó el momento, me preparé como mejor supe: un poco de intuición, un poco de lo que había aprendido en alguna que otra situación parecida y un poco de curiosidad. Y tengo que confesar que no me ha defraudado en absoluto. Dos horas y media en las que me he dejado llevar: ahora suavemente, ahora vibrando hasta hacerme gritar, ahora moviéndome rítmicamente con sonidos nuevos, sintiendo el calor en la cara, los hombros... y siempre con los cinco sentidos al máximo para no perderme nada de lo que estaba sucediendo. Asombroso.
Me ha encantado. Ahora me quedo esperando que me lo propongas otra vez. O quizá te lo proponga yo, a mi manera...
Can you feel your heart pound?
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domingo, 27 de junio de 2010
miércoles, 23 de junio de 2010
El Club de las Fotografías Literarias XIII
Cada vez que cierro los ojos, cada vez que me olvido de olvidarlo. Cada vez que miro el calendario de soslayo, ahí está. Quieto, inmóvil, esperando.
El día que hará un siglo que comenzó la pesadilla. El día en el que se congeló el tiempo en mi Moleskine. El día que temí que se repitiera, una y otra vez.
El día que te conté la mentira más grande.
El día que sentí la soledad más terrible.
El día que mi mente y mi corazón entraron en coma.
cárcel
repetición
restos
lunes, 21 de junio de 2010
No quiero, triste espíritu, volver...
No quiero, triste espíritu, volver
por los lugares que cruzó mi llanto,
latir secreto entre los cuerpos vivos
como yo también fui.
No quiero recordar
un instante feliz entre tormentos;
goce o pena es igual,
todo es triste al volver.
Aún va conmigo como una luz ajena
aquel destino niño,
aquellos dulces ojos juveniles,
aquella antigua herida.
No, no quisiera volver,
sino morir aún más,
arrancar una sombra,
olvidar un olvido.
Luis Cernuda
por los lugares que cruzó mi llanto,
latir secreto entre los cuerpos vivos
como yo también fui.
No quiero recordar
un instante feliz entre tormentos;
goce o pena es igual,
todo es triste al volver.
Aún va conmigo como una luz ajena
aquel destino niño,
aquellos dulces ojos juveniles,
aquella antigua herida.
No, no quisiera volver,
sino morir aún más,
arrancar una sombra,
olvidar un olvido.
Luis Cernuda
jueves, 17 de junio de 2010
Promesa
No puedo prometerte que siempre te pareceré un cascabel. Que siempre te contaré cómo me siento de verdad, que todos los días me levantaré con una sonrisa en la cara. No puedo prometerte que seré feliz contigo, ni que tú lo serás a mi lado. No puedo hacerte un absurdo juramento de amor eterno, ni asegurarte que no cambiaré, y que por eso me querrás para siempre.
No, no puedo prometerte nada de eso.
Lo que sí te puedo prometer es que mis sonrisas serán sinceras, que mis silencios estarán motivados, que encontraré los momentos y las palabras. Que te miraré a los ojos y no retorceré las tuyas. Que no haré el amor contigo sin ganas, que te acariciaré siempre que y sólo si me apetece. Que nunca te diré un "te quiero" de trámite. Que me reiré de tus chistes sólo si me hacen gracia. Que te buscaré cuando los días empiecen a correr y sus colores se confundan en uno solo, neutro y sin brillo.
Te buscaré, eso sí te lo prometo. Te buscaré siempre para no perderte nunca.
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No, no puedo prometerte nada de eso.
Lo que sí te puedo prometer es que mis sonrisas serán sinceras, que mis silencios estarán motivados, que encontraré los momentos y las palabras. Que te miraré a los ojos y no retorceré las tuyas. Que no haré el amor contigo sin ganas, que te acariciaré siempre que y sólo si me apetece. Que nunca te diré un "te quiero" de trámite. Que me reiré de tus chistes sólo si me hacen gracia. Que te buscaré cuando los días empiecen a correr y sus colores se confundan en uno solo, neutro y sin brillo.
Te buscaré, eso sí te lo prometo. Te buscaré siempre para no perderte nunca.
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lunes, 14 de junio de 2010
Tránsito
Por la luz se aprecia que ya es mediodía. No quedan casi rastros del vendaval que causó tantos daños pero que al final se llevó lo que ya no servía, dejando el terreno limpio y preparado. Huele a madera nueva, a días de Sol, a planes en común, a fines de semana, a flores, a sonrisas y a cervezas con los amigos.
Y aunque no hayamos llegado todavía y todos los pasos que hemos dado eran necesarios, ya no estoy cansada. Seguramente será por la cantidad de peso inútil del que me he desecho en este camino y porque ya no tengo la sensación de estar esperando.
Aquí estás. Por fin.
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miércoles, 9 de junio de 2010
Comienzo
He dejado atrás mis errores, mis silencios. Mi miedo, mi frustración. Las mentiras que tapaban otras mentiras. Las cosas que llenaban mi vida por fuera pero que en realidad no significaban nada, menos que nada. Las oscuras habitaciones de atrás. Las cadenas que yo misma me construí a una vida vivida a tope en la superficie pero a medias en el fondo.
He dejado atrás el sabor agrio del tener que conformarme, el sabor amargo de la sensación de soledad, la insípida rutina. Las pobres excusas y las vagas explicaciones. La ausencia de palabras.
He dejado atrás la primera mitad de mi vida, y es curioso porque no siento que haya llegado el otoño, sino la primavera. Con toda esta luz y la suave temperatura, las caricias, las risas cómplices, las historias compartidas, las mochilas casi vacías y lo mejor de todo: un largo y cálido verano por delante...
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He dejado atrás el sabor agrio del tener que conformarme, el sabor amargo de la sensación de soledad, la insípida rutina. Las pobres excusas y las vagas explicaciones. La ausencia de palabras.
He dejado atrás la primera mitad de mi vida, y es curioso porque no siento que haya llegado el otoño, sino la primavera. Con toda esta luz y la suave temperatura, las caricias, las risas cómplices, las historias compartidas, las mochilas casi vacías y lo mejor de todo: un largo y cálido verano por delante...
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lunes, 7 de junio de 2010
viernes, 4 de junio de 2010
La margarita y la orquídea
Dibujo jeroglíficos con palabras que descifras hábilmente sin ayuda de ninguna piedra rosetta. Quizá es porque conoces mi mente y mi corazón casi igual que mi cuerpo, aunque nunca llegues a sabértelos del todo. O igual es porque tu mente aunque opuesta en género es tan parecida a la mía y eres capaz de ver la belleza de la misma forma que yo. O puede que sea porque estuvimos juntos en el momento clave, o tal vez porque desafortunadamente acertamos a la primera, demasiado pronto.
Quizá resulta que somos como esos materiales con memoria que recuperan su forma original al volver a las condiciones iniciales, a pesar de todo lo que les hubieran podido cambiar otras circunstancias, otros amores, otras obligaciones, otra vida.
De alguna forma hemos vuelto a ser quienes éramos, tú y yo. Nos echábamos de menos, pero no mutuamente, sino a nosotros mismos. Esa podría ser la descripción de nuestra historia.
Qué preciosa margarita...
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Quizá resulta que somos como esos materiales con memoria que recuperan su forma original al volver a las condiciones iniciales, a pesar de todo lo que les hubieran podido cambiar otras circunstancias, otros amores, otras obligaciones, otra vida.
De alguna forma hemos vuelto a ser quienes éramos, tú y yo. Nos echábamos de menos, pero no mutuamente, sino a nosotros mismos. Esa podría ser la descripción de nuestra historia.
Qué preciosa margarita...
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jueves, 3 de junio de 2010
El alquimista
Puedo notarlo. Es sutil pero a la vez debe ser evidente, porque hay quien no conociendo nuestra historia me lo dice.
Brillo.
No sabría describir con precisión el proceso químico que hace que tus palabras o tus gestos catalicen la reacción que me provoca ese estar de otro modo más vivo. Que emita esa radiación que los demás son capaces de apreciar aunque todavía no le puedan dar nombre. Que me mire al espejo y me sienta tan yo misma, que después de haber llegado a no reconocer mi propia imagen es algo tan valioso como inexplicable para quien no haya pasado por ello.
Así que he llegado a la conclusión de que, además de un buen coleccionista de ojos, eres mi perfecto alquimista.
Me has convertido en oro.
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Brillo.
No sabría describir con precisión el proceso químico que hace que tus palabras o tus gestos catalicen la reacción que me provoca ese estar de otro modo más vivo. Que emita esa radiación que los demás son capaces de apreciar aunque todavía no le puedan dar nombre. Que me mire al espejo y me sienta tan yo misma, que después de haber llegado a no reconocer mi propia imagen es algo tan valioso como inexplicable para quien no haya pasado por ello.
Así que he llegado a la conclusión de que, además de un buen coleccionista de ojos, eres mi perfecto alquimista.
Me has convertido en oro.
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martes, 1 de junio de 2010
Cajas
Lo diría una indígena y tendría razón.
“Ustedes tienen la vida organizada en cajas.
Nacen y les depositan en una cajita,
su casa es una caja, y las habitaciones
son cajas más pequeñas.
Suben a la casa en una caja,
bajan a la calle en una caja.
Viajan en una caja.
Duermen y hacen el amor sobre una caja.
A través de una caja ven el mundo.
Cambian de casa: lo meten todo en cajas.
Los Bancos y las Cajas hacen caja.
Y cuando mueren les introducen también en una caja.”
Todo está hecho para que encajemos.
Nos encajan la vida.
Algunos no encajamos, y nos desencajamos.
“Ustedes tienen la vida organizada en cajas.
Nacen y les depositan en una cajita,
su casa es una caja, y las habitaciones
son cajas más pequeñas.
Suben a la casa en una caja,
bajan a la calle en una caja.
Viajan en una caja.
Duermen y hacen el amor sobre una caja.
A través de una caja ven el mundo.
Cambian de casa: lo meten todo en cajas.
Los Bancos y las Cajas hacen caja.
Y cuando mueren les introducen también en una caja.”
Todo está hecho para que encajemos.
Nos encajan la vida.
Algunos no encajamos, y nos desencajamos.
Hace no muchos días fui al lugar donde tengo guardadas en cajas de cartón todas las cosas que tenía a mi alrededor en la vida que abandoné hace casi un siglo y al mirarlas sentí que ya no tenían nada que ver conmigo. Quizá los libros, los CDs de música, algunos cuadros y mis botas preferidas, pero nada más. Mi cabeza se ha desprendido totalmente lo que hay en esas cajas, porque son cosas viejas que ya no significan nada para mí. Así que he decidido que las cogeré todas, las cerraré y las llevaré donde puedan sacar algún provecho de su contenido.
Porque todo lo que merecía sobrevivir al pasado ya lo he guardado en mi mente y en mi corazón, y es todo lo que necesito para ir a ese Nuevo Mundo del que hablaba mi querida Ninfa. Eso y un par de maletas, nada más.
No os podéis ni imaginar la liberación que siento en este momento.
El poema es de Ángel Guinda.
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No os podéis ni imaginar la liberación que siento en este momento.
El poema es de Ángel Guinda.
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