martes, 3 de agosto de 2010
Huecos
Te conté hace ya tiempo que soy como la cerveza: rubia, alegre, con un regusto amargo. Y creo que con el paso de los años se me han acentuado esas características, aunque ese sabor amargo se ha transformado en otra cosa. Ahora tengo huecos.
Son huecos en lugares que a veces son evidentes pero que en otros casos me sorprenden porque algunos están llenos de ceniza de sentimientos antiguos y fríos, desangelados como una playa en invierno. Más de una vez he encontrado alguno lleno de lágrimas que escapan a borbotones al quebrarse la fina barrera que he ido levantando frente a algunos recuerdos, algunas palabras no dichas o algunas dichas de más.
Pero los huecos que me inquietan son del color negro del olvido. Los miro porque crean la ilusión de estar vacíos aunque yo sé que no es así. Son negros pero están llenos de sentimientos y sensaciones que se me han quedado desligadas de los hechos, huérfanas de sentido, vagando en su espacio igual que los tristes fantasmas de una casa encantada.
Si pudiera recordar los hechos... si pudiera recordarlos, pero no porque me los contaras tú, sino porque los viera desde mis ojos, desde la memoria de mi mente y mi corazón... Si pudiera hacerlo, los llevaría a ocupar el hueco negro que me dejaron para siempre, malditos.
imagen propia
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Huecos son las burbujas que inundan la masa del pan para convertirla en suave miga.
ResponderEliminarHuecos son los ventanales y rosetones de una catedral gótica.
Huecos son los túneles que nos trasladan de la umbría a la solana en unos pocos cientos de metros.
Huecos son los recipientes ansiosos de ser llenados.
Hueco es el espacio infinito que contemplábamos hace pocos días plagado de estrellas.
Hueco es eso que a veces me mueve, cuando saltan tus lágrimas y me doy cuenta de que soy un cafre.
El hueco es necesario para el movimiento. El hueco hace que la ventana sea una ventana y que la puerta sea una puerta.
Benditos huecos... que me han dado cobijo.