Es difícil abstraerse de la lista de cosas pendientes, de la ausencia de movimiento, de los huecos sin color, del encefalograma engañosamente plano. Sigo navegando por diques secos pero que me sirven mientras decido cada vez si me lanzo al agua sin salvavidas o si me espero incómodamente sentada al sol de las sensaciones que no consigo sacudirme de la piel, igual que esa horrible arena fina de las playas que se abarrotan en verano. Paseo por el filo que existe entre lo improbable y lo posible, desgañitándome en silencio para conjurar las escenas con que mi imaginación inunda este cerebro que tengo, que cuando menos me conviene se acelera igual que un fórmula 1 conducido por un piloto loco.
Y aún así, sonrío aunque lo único que tengamos a la vista sea un café a contrarreloj y medio capítulo de Bob Esponja.
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Derivada segunda
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En algún momento nos arrepentimos de algo.
Algunos pedimos perdón.
Después llegan los que nos hacen arrepentirnos de haber pedido perdón.
Hace 5 años
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