Me encanta cuando mi mente bulle de palabras que luego voy cosiendo o descosiendo aquí, en esta especie de bastidor donde procuro dejarlas bordadas, bien con vainicas muy juntas y precisas o bien fruncidas en el ceño. A veces no encuentro el hilo del color adecuado y se me quedan los puntos raros pero los dejo así, para acordarme de buscar el carrete que necesito, aunque casi siempre lo tengas tú, olvidado en alguna frase o en alguna caricia. Otras veces se me enmarañan en madejas que ya no quiero desenredar, porque sólo perdería el tiempo que tengo ahora para inventarme e inventarnos esta nueva vida que todavía está en tela de juicio aunque ya no nos importe demasiado.
Lo malo es cuando me pincho con cada letra en los dedos y me empeño en que a ti también te duela. A ti, que no sabes que durante algún breve momento en el que te olvidas de ser un déspota puedo vislumbrar tu corazón, latiendo todavía atravesado de lado a lado...
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lunes, 8 de noviembre de 2010
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Muchas gracias, Don Vito. Me pasearé por el tuyo.
ResponderEliminarBesos.