People, a photo by Jaime Pérez on Flickr.
Hemos llegado lejos, mi querido náufrago. Dejamos hace ya tiempo atrás el dolor y las noches en vela. Ahora te despierto por las mañanas y tú cocinas para mí, como imaginaba hace un año. Todos alrededor conocen nuestra historia y nos miran contentos. Incluso los que te preocupaban tanto sonríen y plantan árboles y flores en el jardín.
Y tenemos planes. Lugares a los que ir juntos. Lugares a los que ir por separado para luego contarnos el uno al otro. Sitios a los que volver. Cosas que aprender. Libros que prestarnos, películas que ver comiendo palomitas para luego comentar hasta altas horas. Viajes que planeamos hacer hace tiempo y que haremos. Tus islas soñadas del Pacífico, mi playa soñada en Brasil...
Por eso no quiero que te preocupes. Que puede que a veces me veas más seria, o más triste, pero que estoy bien. Que tenías razón, tenemos muchos motivos para disfrutar de este momento y los que vengan. Que todavía me verás llorar alguna que otra vez, pero no quiero que pienses que soy desgraciada ni por un momento. Todo lo contrario; soy feliz, mi querido náufrago.
Porque mi vida está llena: de ti y de mí.
Me encanta leerte y sentirte feliz.
ResponderEliminarNuestra vida está llena de muchas cosas, aunque a veces no seamos capaces de darnos cuenta.De detalles pequeños que nos hacen volar.
Adoro esos detalles.
Brindo por que juntos tengáis miles de esos instantes que formen recuerdos con el paso del tiempo, recuerdos maravillosos que os hagan sonreír juntos.
Un abrazo enorme Orquidea.
Rebeca.
P.D: Gracias por pasarte por mi rincón, y por tu felicitación.
La felicidad de un comienzo que aún está por escribir, creo que no puede haber más dicha que esa. Poder llenar los días con todo lo que se quiera, año tras año.
ResponderEliminarLa verdadera felicidad es esa.
Un beso
Me ha costado ubicarme un poquito en tu vida y me permito la licencia de hablar de cosas quizá demasiado personas protegidas por este anonimato. Aunque, por supuesto, eres tú quién manejas tu blog y las entradas.
ResponderEliminarHe tenido que estudiar un poco (hacía años que no lo hacía) y repasar antiguas entradas para comprender que compartimos una travesía. Yo sigo en Siberia y creo que tú dejaste atrás un desértico Gobi, porque si bien en mi caso, quien comparte este espacio es el hombre de escarcha, intuyo que en el tuyo hubo un sol abrasador.
También he comprendido que esas risas infantiles llegaron después con el naúfrago y que la pequeña de la que hablabas efectivamente sólo se construye en la mente y en el corazón y no que también tenía su vida propia.
Así que ahora puedo entender esos huecos. Pero, y si me permites, a veces somos nosotros mismos los que nos empeñamos en arañar la tierra y abrir simas aunque nos dejemos los dedos en carne viva. Mi consejo, y más viendo esta última entrada, es que te tumbes en tu ahora tierra con musgo y dejes que la vida llegue.
Un beso
A Rebeca: gracias por tus palabras siempre llenas de ánimo. Efectivamente, son los detalles los que marcan la diferencia.
ResponderEliminarUn beso.
A Begoña: tienes mucha razón. Esa es la felicidad: la ilusión y los días llenos de espacio que llenar.
Un beso.
A Marieta: eres una mujer lista e intuitiva. No sé si te diría que estuve bajo un sol abrasador, pero desde luego compartimos travesía, en puntos diferentes del camino. Ese desierto con sus falsos oasis quedó atrás... y ahora tengo la suerte de poder bañarme en agua dulce cada vez que me apetece. Y ya sigo el consejo que me das, dejando que la vida llegue, aunque ella nunca llegue a contestarme... no puedo entregarle esa responsabilidad.
Un beso.