Es ese aire el que debo dejar entrar en cada habitación de mi vida, ese que es capaz de llevarse los últimos rumores y lágrimas porque ya no tienen fuerza, de derrumbar los últimos castillos porque ya son de arena. De hundir los últimos barcos porque ya son de papel. De hacer que se caigan las últimas vendas, que se apaguen las últimas velas. De pasar la última página y cerrar el libro, por fin.
Y ahora, que caiga la moneda que hemos lanzado al aire, a ese aire, porque sea cual sea el resultado, salga cara o cruz, habremos ganado la apuesta.
Tú y yo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario