Las mejores cosas de la vida son gratis. O cuestan solo lo que una entrada a un concierto, y generan un recuerdo que coser al tejido de la memoria, igual que una pequeña joya mágica que aumenta su brillo cuanto más se mira.
No sé muy bien qué pasó en esas dos horas. No me sabía las letras, no conocía todas las canciones. Ni siquiera tenía claro qué era lo que allí se quería mostrar. Imágenes y sonido en estado puro, eso fue lo que ocurrió. Eso fue lo que me impresionó.
Y eso fue lo que viste cuando me miraste. Porque estabas allí, conmigo, formando parte de otra cuenta de esas que te insisto que ahora coso con tan sumo cuidado a mi memoria.
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lunes, 4 de abril de 2011
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Lo más parecido a la inmortalidad a lo que podemos aspirar es a la memoria. No puedo dejar pasar la oportunidad de intentar forjar los recuerdos de quienes me quieren. Me gusta vivir también en tu memoria presente y futura.
ResponderEliminarSon esas pequeñas cosas, las que más huella dejan en nuestra memoria y en nuestro corazón.
ResponderEliminarHas puesto el ejemplo de un concierto.Yo que estoy acostumbrada a vivir, alguno que otro al año, para mi pareja y para mí, la música es imprencindible en nuestras vidas, y además compartimos el estilo y los grupos; te diré que es de las mejores experiencias que se pueden vivir, disfrutar de dos o 3 horas de un espectaculo así, tu grupo favorito, con la persona a la que quieres...Cuando pasa el tiempo y recuerdas, es alucinante!!
Me gusta que vayas acumulando cuentas!!
Un abrazo,
Rebeca.