Otra vez me roban mis silencios. Otra vez me encuentro mostradas a la vista de todos las palabras que quería guardar, como los papeles o las fotos que aparecen desperdigadas por la calle después de un terremoto. Otra vez.
Los pocos rincones de intimidad que tengo en el exterior de mi cabeza se ponen al descubierto, contra mi voluntad. Lo dije, y muy claro: mi intimidad está en lo que callo. Y tú me lo robas, una y otra vez.
Ayer me exigiste que no hable más contigo. Hoy te exijo yo que no hables más de mí.
Los pocos rincones de intimidad que tengo en el exterior de mi cabeza se ponen al descubierto, contra mi voluntad. Lo dije, y muy claro: mi intimidad está en lo que callo. Y tú me lo robas, una y otra vez.
Ayer me exigiste que no hable más contigo. Hoy te exijo yo que no hables más de mí.
No tienes nada de que avergonzarte. Has cometido errores, como yo, pero la historia completa te redime completamente. Neutraliza las palabras con tu verdad. Con toda la verdad. TODA la verdad. Nadie volverá a sentir pena escuchando medias verdades. Nunca has querido llamar a tu antigua situación por su nombre, pero tal vez va siendo hora de que algunas personas sepan cuál es el verdadero origen de tu sufrimiento, de tu angustia y tu dolor.
ResponderEliminarUn beso