Míralos, están ahí,
llueva o nieve en diciembre o en abril.
Los tejados son así.
La ciudad está debajo y también María,
que se desnuda
frente al espejo
y se enamora de su cuerpo.
María, que me saluda
me mira y me manda un beso.
Y sé que no debería de volverme a enamorar,
tendría que tener un poco más de voluntad.
Espiar desde el tejado ya no es cosa de mi edad,
debería de tener más voluntad.
Los tejados son así,
con mil antenas que rasgan el cielo gris.
Hay cuatro gatos junto a mí
mirando hacia abajo y viendo que María
se cambia de ropa,
la miro, es inútil resistir
y veo que me descubre
se ríe, me enamoro de ella.
Y sé que no debería de volverme a enamorar,
tendría que tener un poco más de voluntad.
Espiar desde el tejado ya no es cosa de mi edad,
debería de tener más voluntad.
Oye, invítate a algo,
vale, enseguida bajo.
Sabes como me llamo.
María, te conozco tanto...
Y sé que no debería de volverme a enamorar,
tendría que tener un poco más de voluntad.
Espiar desde el tejado ya no es cosa de mi edad,
debería de tener más voluntad.
lunes, 28 de diciembre de 2009
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Qué recuerdos trae esta canción... Un beso de casi fin de año.
ResponderEliminarOtro para tí, Ninfa.
ResponderEliminarEste comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarMe he acercado, supongo que me llamó la tu música: esta canción que hice mía tantas veces...Me gusta el sitio. Me quedo, con tu permiso. Un beso
ResponderEliminarPues claro, María, bienvenida.
ResponderEliminarUn beso.