La misma lluvia furiosa que estos días me ha azotado con sus inesperadas y dolorosas ráfagas de viento es la que ha terminado de arrancarme las últimas capas de pensamientos y sensaciones muertas. Así que emerjo de nuevo con la piel del corazón limpia y dejo que el presente y sobre todo el futuro la acaricie, y saboreo todos los momentos posibles, los que tengo ahora y los que me esperan.
Porque he asumido lo que he dejado atrás y me ilusiona lo que tengo delante. Porque ahora todo lo que hay en mi vida es de verdad.
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miércoles, 9 de diciembre de 2009
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