Todavía no ha pasado el tiempo suficiente para poder excavar en esa parte. El suelo aún está con bastante temperatura como para quemar las plantas de los pies, y ese calor se nota incluso a una cierta distancia. No está claro todavía qué aspecto tendrán las capas que se formen, qué materiales serán pesados y caerán al fondo y qué partículas se evaporarán en la atmósfera cuando alcancen la superficie. Por eso no voy a hacer nada. Esperaré.
Porque no quiero que una ola de ira me inunde y arrase lo que he logrado reconstruir de mí hasta ahora.
Sí, esperaré hasta que la tierra se haya quedado fría y muerta, y entonces seguramente decidiré que no merece la pena excavar ahí.
De qué me serviría...
jueves, 3 de diciembre de 2009
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