Así como la sal quizá no altere la esencia del agua, pero sí sus propiedades, dándole la posibilidad de brillar de ese color, de tener ese sabor, de cambiar su densidad, de aromatizar su brisa hasta hacerse marina,... eso es lo que siento cuando me miras y me regalas tus palabras. Cambio mis propiedades y adquiero otros tonos, otros matices, otro olor, otro sabor, otra manera de moverme. Rompo contra ti sabiendo que me desharé en millones de pequeñas burbujas que formarán la espuma más blanca, blanca como la flor que me regalaste como nombre, llevándome en cada golpe una minúscula parte de ti, tu sal, mi sal, y después me retiraré cada vez, ya sin fuerza, en una caricia suave y húmeda que nunca significará una derrota.
San Sebastián. Imagen propia.
Derivada segunda
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En algún momento nos arrepentimos de algo.
Algunos pedimos perdón.
Después llegan los que nos hacen arrepentirnos de haber pedido perdón.
Hace 5 años
Precioso...
ResponderEliminarMuchas gracias, Nicolasa.
ResponderEliminarUn beso.