Has dicho algo que se me ha quedado en la parte de atrás de la mente dando vueltas, y ahí sigue. Eso que no entiendes muy bien todavía, mi parte de la historia. El por qué yo también.
Tiene gracia; no había pensado mucho en ello, y ahora que lo has formulado en voz alta me vuelven a asaltar tus palabras, lo mismo que las olas rompen una y otra vez en la orilla. Algún día me gustaría conocer el secreto.
Y otra vez me ha vuelto a pasar. Me quedé callada con cosas que decirte en la punta de la lengua. Lo mismo de siempre. Quizá lo hice porque estaba segura de que en el instante en el que comenzara a hablar, también lloraría. Y no quería llorar, no en ese momento.
El día que consiga averiguar ese secreto de mí misma, te lo contaré. Si consigo encontrar las palabras que no me hagan daño, te las diré. Pero no será fácil. No lo será, pero lo conseguiré.
Porque hay palabras que son necesarias.
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domingo, 7 de marzo de 2010
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