Todos los canales sonando a la vez forman el barullo que nos mantiene en silencio. Con tanto ruido no sirve ni gritar ni callarse, solo hablar con calma no sin antes haber bajado el volumen a cada uno para que no se mezclen en una cacofonía de yo-pensaba-ques y tú-creías-que-yos.
Un poco de calma y somos capaces de separar los hilos de la maraña, aunque todavía hay algunos enredados que se lían con las palabras y les dan la vuelta o las cosen unas a otras sin un patrón claro.
Y, hablando de patrones, no se me olvida que los barcos no se hunden casi nunca.
Esta vez podrías haber utilizado otra metáfora, mi querido náufrago...
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lunes, 13 de diciembre de 2010
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