viernes, 10 de diciembre de 2010
Mesa para dos
Aunque todavía no hayas terminado de cruzar el puente ni yo deje de oír ese molesto ruido que provocan los pasos dados lenta y sigilosamente, como escabulléndose a hurtadillas del pasado y los papeles digan lo que ya no es verdad. Aunque el tiempo se estire como una goma elástica y de vez en cuando juegue soltarse del reloj y darme en la cara. Aunque esté sentada en el vestíbulo de la puerta trasera, con el abrigo todavía puesto.
Pidamos una mesa para dos y brindemos porque habrá un día en el que ya estarás a este lado del puente, los pasos ya no harán ese fastidioso ruido de miedo y duda, los papeles dirán la verdad de una vez y por fin me sentiré como en casa.
Necesito pensar solo en ti y en mí. En ti y en mí. Solo en nosotros.
Y descansar.
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Brindo por ese encuentro mirando desde la otra orilla, esa mesa para dos.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo!
Muchas gracias, Mª Eugenia. Ojalá pueda contarte pronto que por fin hemos llenado nuestras copas.
ResponderEliminarUn beso.