La niña lee. En silencio, bajo una pequeña lámpara que crea un círculo de luz entre ella y el libro.
En su mente estallan las palabras que las páginas se encargan de colocar en los puntos estratégicos de su imaginación, como las cargas en los pilares de un edificio para derrumbarlo pero justo al revés, para crear un Universo distinto, imposible en el espacio y en el tiempo, poblado de seres fantásticos, de animales que hablan, de príncipes enamoradizos, de gatos con botas, de conejos blancos con prisas, de pequeñas hadas celosas y de malvadas madrastras sin nombre que sabotean a la pobre niña para no dejarla ir al baile...
No hay comentarios:
Publicar un comentario