Ha sido un detalle que quizá ha pasado inadvertido para ti, pero que ha hecho que me dé cuenta de lo poco acostumbrada que he estado a los mimos. Antes era yo la que habitualmente me ocupaba de esos asuntos, la que llamaba, reservaba, confirmaba, hacía sola la maleta para dos, esperaba en casa sentada en el sofá porque siempre salíamos más tarde de la hora prevista... en alguna ocasión incluso fui yo la única de disfrutó del viaje.
Y claro, ahora que en este caso me he encontrado justo al otro lado del binomio he comprendido muchas cosas. Una de ellas es que nunca más prepararé viajes para dos yo sola, lo que significa mucho para mí. Otra, que no voy a sentirme sola también en otras circunstancias que no nombraré. Y el resto de mis conclusiones te las contaré mirándote a los ojos y dejando que mi cuerpo sea quien te las agradezca, una a una, con ese lenguaje que no necesita palabras, tan directo, íntimo y nuestro.
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sábado, 22 de mayo de 2010
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Al final de cada experiencia se extrae algo que nos sirve en el presente. Me alegro que tu situación haya dado ese giro, y puedas comparar hoy con satisfacción que eres feliz con ese cambio.
ResponderEliminarMil besos Orquídea.
Muchas gracias, Psique. Pues sí, son esos pequeños mimos que ahora tengo y tendré los que me pintan la sonrisa que luzco en la cara casi sin querer. Al fin y al cabo no necesito tanto: que nadie intente enterrar mis raices aéreas, un poco de agua vaporizada y unas gotas de abono de vez en cuando...
ResponderEliminarUn beso enorme, querida.
Siiiii, yo tengo una en la cocina y está brotando de nuevo...¡me hace una iluuuuu! es el primero año que la tengo y pensaba que no saldrían de nuevo las preciosas flores blancas que lucía cuando la compré.
ResponderEliminarMe alegra, Orquídea, qué tengas esa sonrisa y esos detalles tan bonitos que la provocan :)