Hoy, a mi Ángel de la Guarda le han dado una buena noticia, una noticia excepcional. Después de una racha que últimamente le había llenado el alma de tristeza, al fin algo realmente bueno, por bueno y por inesperado. Sonaba al teléfono tan emocionada, tan contenta, que me ha alegrado de forma inmediata el día de hoy. Un día que no tenía visos de pasar de ser más que otro día gris en la larga cadena de días grises a la que estoy engarzada. A los Ángeles sólo les deberían pasar cosas buenas.
Pero por lo visto todo tiene su cara y su cruz. Hoy el morador de un ala entera de mi casa también ha recibido una noticia, pero la suya ha sido mala. Otra más, y esta vez tampoco podré abrazarle. Tampoco podré mirarle a los ojos y decirle que lo siento. Los gestos de consuelo que me gustaría ofrecerle no serían vistos como tales.
Estoy aquí. No con la fuerza de siempre, pero estoy aquí. Estoy contigo.
lunes, 3 de agosto de 2009
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La vida da muchas vueltas y de vez en cuando nos coloca un caramelito en el sitio más inesperado.
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