A mano amada,
cuando la noche impone su costumbre de insomnio
y convierte
cada minuto en el aniversario
de todos los sucesos de una vida;
allí, en la esquina más negra del desamparo, donde
el nunca y el ayer trazan su cruz de sombras,
los recuerdos me asaltan.
Unos empuñan tu mirada verde,
otros
apoyan en mi espalda
el alma blanca de un lejano sueño,
y con voz inaudible,
con implacables labios silenciosos,
¡el olvido o la vida!,
me reclaman.
Reconozco los rostros.
No hurto el cuerpo.
Cierro los ojos para ver
y siento
que me apuñalan fría,
justamente,
con ese hierro viejo:
la memoria.
sábado, 8 de agosto de 2009
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La memoria, nunca traicionera.
ResponderEliminarEl ser humano tiende a olvidar aquellos
malos acontecimientos que la vida nos depara
lo restante son los gratos recuerdos
que jamás olvidaremos.
Pero también existen recuerdos, que jamás
olvidaremos por su intensidad.
El 8 de agosto es uno de ellos
Per semper
Luz Tenue
Esto se llama ser egoísta .
ResponderEliminarDisfrutar de 5650 recuerdos ,
uno por día, no esta al alcace
de muchos.
Firmaría por otros tantos.
Luz Tenue