jueves, 31 de diciembre de 2009

Moleskine

Mi Ángel de la Guarda me viene diciendo hace tiempo que escriba la historia de este año que se acaba hoy en un Moleskine. Que todavía no ha pasado mucho tiempo y podré recordar los detalles, y que eso me servirá para entender el pasado cuando esté viviendo ya en el futuro. Por eso, para Navidades me ha regalado uno.

Creo que lo haré. Una pequeña parte la he ido escribiendo aquí, en esta maceta llena de agujeros en la que he fortalecido mis raíces aéreas, pero falta el comienzo de la historia. Está desperdigada en correos electrónicos, bitácoras no tan anónimas, recuerdos de días soleados y miradas que expresaron tanto que no sé si conseguiré que quepan en unas pocas palabras escritas. Tendré que reunirlo todo y volver a hablar con Jean.

Jean. Ella, que despertó con sus palabras y escribió algunas de las más bellas que he leído después, que sigue viva en algún lugar de este océano de conexiones, aunque estuvo a punto de desaparecer para siempre. No podré olvidar lo que sintió, lo que vivió, pero no quiero que los detalles se vuelvan borrosos. Ya me ocurrió una vez hace muchos años, y por eso es muy importante para mí dejarla a salvo del tiempo.

Escribiré esta historia en el Moleskine, porque Google no debe encontrarla. Y cuando termine, la guardaré en la caja azul donde tengo tus cartas y tus fotos, y las de tantas personas con las que me he encontrado hasta ahora en este viaje alucinante. Ese es mi propósito para el nuevo año.

Feliz 2010 a todos.

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lunes, 28 de diciembre de 2009

Cómplices

Míralos, están ahí,
llueva o nieve en diciembre o en abril.
Los tejados son así.
La ciudad está debajo y también María,
que se desnuda
frente al espejo
y se enamora de su cuerpo.
María, que me saluda
me mira y me manda un beso.

Y sé que no debería de volverme a enamorar,
tendría que tener un poco más de voluntad.
Espiar desde el tejado ya no es cosa de mi edad,
debería de tener más voluntad.

Los tejados son así,
con mil antenas que rasgan el cielo gris.
Hay cuatro gatos junto a mí
mirando hacia abajo y viendo que María
se cambia de ropa,
la miro, es inútil resistir
y veo que me descubre
se ríe, me enamoro de ella.

Y sé que no debería de volverme a enamorar,
tendría que tener un poco más de voluntad.
Espiar desde el tejado ya no es cosa de mi edad,
debería de tener más voluntad.

Oye, invítate a algo,
vale, enseguida bajo.
Sabes como me llamo.
María, te conozco tanto...

Y sé que no debería de volverme a enamorar,
tendría que tener un poco más de voluntad.
Espiar desde el tejado ya no es cosa de mi edad,
debería de tener más voluntad.

jueves, 24 de diciembre de 2009

A todos...


A todos los que venís conmigo en esta larga travesía. A todos a los que busco en este océano de palabras. A todos los que me llegan al corazón con las suyas.

A la extraordinaria Ninfa, a la bella y artista Luna, a la preciosa princesa escondida, a mi querido náufrago, a mi Ángel de la Guarda, a los que se quedaron en mi pasado, pero sobre todo a los que están en mi presente y a los que vivirán en mi futuro.

(Incluso a ti, que has llegado hasta aquí buscando las palabras que ella os envió, y que has navegado incansable por estas páginas una y otra vez. ¿Qué es lo que buscas? ¿Me buscas a mí? ¿La buscas a ella?)

A todos os deseo Feliz Navidad.

miércoles, 23 de diciembre de 2009

Little light of love (The Fifth Element, 1997)

Fue en el verano de 1997, y ocurrieron ambos prácticamente a la vez: el asesinato anunciado y fríamente ejecutado del joven concejal y el encuentro con una de mis películas favoritas de todos los tiempos. Tengo la banda sonora de esa película asociada para siempre a aquellos Sanfermines, y especialmente esta canción. Con ella quiero desearos a todos Feliz Navidad.



From a little light of love
I was born and in my cry, my cry
Was a little light of love
For the honoring of life
And the pharons of my soul
Is this light of love
Precious little light of love

There's a candle burning on
In the breezy shades of night
I keep up my faith and underset my hope
To call the realm of light
A treasure
Your shiver
In the middle of the shady desert
Brings on a field of light
In a light of love
Fairy light of love

Only one religion
Will lead us to the love we aim for
Over the dark illusions
Of the warring nations

And when the figure leads to power
The destruction glorified higher
And when the war is nearly over
How come the leader's held in highest honors

Would you die
For their lie
The greedy hunting cry

You rely
On your light
Little loving light

A little light as sole religion
Well a little light of love
A little light as soaring freedom
Just a little light of love
A little light as sole religion
Take this little light of love
A little light of love and freedom
Take me
A little light of soul religion
A little light of love and freedom

viernes, 18 de diciembre de 2009

La orquídea blanca como la nieve


Esta mañana estaba nevando de nuevo, como estos días atrás, y al bajar a la calle he decidido que donde mejor estaba el coche era aparcado, así que he ido a trabajar andando. Llevaba tiempo pensando en hacerlo ahora que vivo a una distancia de mi trabajo como para poder prescindir del coche, pero lo malo no es ir por la mañana, sino volver a primera hora de la tarde, así que lo había ido retrasando hasta que hoy mirando al cielo ni me lo he pensado.

Me ha costado media hora larga. Media hora larga en la que tenía que tener un cierto cuidado con la acera resbaladiza pero a la vez en la que intentaba ir a buen ritmo para no llegar muy tarde, pero media hora larga que me ha sabido a gloria. Ni siquiera me ha importado comprobar por enésima vez que los vaqueros son el peor invento para el frío (también para el calor en realidad), porque conforme iba caminando y notaba que las piernas se me quedaban heladas me imaginaba que a esa temperatura cualquier resto de celulitis iba a desaparecer antes de llegar a la oficina. A ésto se le llama pensamiento positivo.

Pero lo mejor es que ese rato ha sido de paz y silencio, justo al revés que con el coche. Iba oyendo únicamente el ruido crujiente de mis pisadas en la nieve recién caída y mi respiración un poco acelerada por ir caminando rápido. Un rato en el que en lugar de ir acatando las normas de tráfico, he elegido con libertad mi ruta. Un rato en el que he podido pensar con tranquilidad cómo les iba a felicitar la Navidad a mis compañeros. En el que he dedicado varios minutos simplemente a apreciar el extraño color dorado pero a la vez frío que refleja la nieve cuando está amaneciendo.

De todos los momentos que he vivido hoy, incluyendo alguno tormentoso, he decidido escribir sobre éste. Éste es el que merece la pena recordar.

Y os preguntaréis cómo he vuelto luego a casa... pues con mi mejor sólo-amigo, que no sólo me ha acercado en coche sino que me ha invitado a un vino blanco y a un pincho de foie a la plancha porque era viernes y porque, como dice el dichoso anuncio, nosotros lo valemos. No está mal, ¿no?.

(En el bar donde nos hemos tomado el aperitivo habían colocado en la barra una preciosa orquídea llena de flores blancas. ¿Existe o no existe la magia?)

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martes, 15 de diciembre de 2009

Cambios


A mi mejor sólo-amigo le quedan unos pocos días para ir a buscar a su hija allá donde se le ha ocurrido nacer. Ya habla de la ropa que le han regalado, de los muebles que todavía le faltan y de cómo será su vida cuando ella ya esté en casa y comiencen a crearse sus nuevas rutinas.

Pero hoy mi Ángel de la Guarda se ha despertado con una noticia horrible e inesperada. Ella también tendrá que cambiar sus rutinas; ya no podrá ir a verla, como casi todas las tardes, para llevarle gelatina de fresa y darle besos mientras la nena juega en los columpios.

Es curioso cómo los cambios en nuestras vidas no se reparten en el tiempo de forma homogénea para que podamos ir haciéndonos a la idea. Se suelen dan por rachas que nos aturden porque parece que todos los frentes se pusieran de acuerdo en abrirse uno detrás de otro sin dar tiempo a cerrar el anterior. Mi vida ha cambiado mucho últimamente, y todavía me falta dar el mayor paso de todos los que he dado hasta ahora, pero este último cambio es el más esperado y deseado. No será inmediato, pero ocurrirá, como dice mi querido náufrago, más pronto que tarde y lo celebraremos por todo lo alto. Lo celebraremos todos juntos.

Y mientras llega ese momento, disfruto contigo de este presente que cambia y que nos cambia...

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miércoles, 9 de diciembre de 2009

Grownups


- "Eh, me preguntaba si habías hecho planes para... ¡caramba! ¿qué le ha pasado a tu apartamento?"
- "¡Lo he llenado de pelotas de goma!"
- "...¡Qué? ¿Por qué?"


- "Porque ya somos adultos, y ahora nos toca a nosotros decidir qué significa eso."

(De xkcd)

Después de la última lluvia

La misma lluvia furiosa que estos días me ha azotado con sus inesperadas y dolorosas ráfagas de viento es la que ha terminado de arrancarme las últimas capas de pensamientos y sensaciones muertas. Así que emerjo de nuevo con la piel del corazón limpia y dejo que el presente y sobre todo el futuro la acaricie, y saboreo todos los momentos posibles, los que tengo ahora y los que me esperan.

Porque he asumido lo que he dejado atrás y me ilusiona lo que tengo delante. Porque ahora todo lo que hay en mi vida es de verdad.

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domingo, 6 de diciembre de 2009

No quiero creerlo


Voy a dejar que este malestar me atraviese y dejando el mínimo residuo se disuelva en los días que dejo atrás.

Mi mente sabe que no merece la pena, pero a mi corazón ese argumento nunca le ha bastado. Y no es que no pueda creerlo, es que no quiero. No quiero creer que fueses capaz, no quiero cambiar lo que recuerdo por lo que tengo ahora ante mis ojos.

No quiero notar este sabor agrio en la garganta ni un minuto más.

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viernes, 4 de diciembre de 2009

Piel

Mientras dormito la siesta en mi cama mi mente se lanza en una carrera no tan loca hacia las sensaciones que tengo grabadas en las yemas de mis dedos, que recorren tu mundo una y otra vez en un tiempo sin reloj y en un espacio limitado a la distancia que separa nuestras miradas. Y es que no me canso de ver cómo te escabulles de mi lado al notar cómo me deslizo por tu espalda hasta que te diluyes en tus propios ojos cerrados, aunque sea justo en ese momento cuando más consciente eres de lo cerca que estoy de ti...

jueves, 3 de diciembre de 2009

De qué me serviría

Todavía no ha pasado el tiempo suficiente para poder excavar en esa parte. El suelo aún está con bastante temperatura como para quemar las plantas de los pies, y ese calor se nota incluso a una cierta distancia. No está claro todavía qué aspecto tendrán las capas que se formen, qué materiales serán pesados y caerán al fondo y qué partículas se evaporarán en la atmósfera cuando alcancen la superficie. Por eso no voy a hacer nada. Esperaré.

Porque no quiero que una ola de ira me inunde y arrase lo que he logrado reconstruir de mí hasta ahora.

Sí, esperaré hasta que la tierra se haya quedado fría y muerta, y entonces seguramente decidiré que no merece la pena excavar ahí.

De qué me serviría...

lunes, 30 de noviembre de 2009

Praga

Fue en 1991, en el viaje de estudios de la carrera. Recorríamos Praga en metro, cuando todavía era la capital de Checoslovaquia. El billete valía una corona (no me acuerdo bien, pero sería algo así como una peseta) aunque no había excesivo control y mucha gente se colaba.

Recuerdo que íbamos en el vagón un grupo de cinco o seis, seguramente comentado los sitios que habíamos visto y consultando el mapa de la ciudad. Una niña de ocho o diez años que iba de la mano de su padre nos miraba con curiosidad, fijándose quizá en nuestra pinta de guiris con mochila y en nuestro idioma extraño e incomprensible.

En cada parada, una voz femenina por megafonía decía la misma frase grabada, quien sabe si en checo o en eslovaco, algo así como:

"Uconchi beristuf barastuc, icusiserá seraí".

En todas y cada una de las estaciones. Una y otra vez. En un momento dado, al acercanos a la siguiente parada, yo repetí en voz alta, al unísono con la grabación:

"Uconchi beristuf barastuc, icusiserá seraí".

Todavía me acuerdo de la carcajada de la niña al oírme. No tengo ni idea de cómo habría sonado la frase en sus oídos ni si se entendía ni media palabra, pero recuerdo haber sonreído mientras miraba cómo la cría se reía un buen rato. Ahora que lo pienso, fue la única persona de aquélla ciudad que recuerdo haber visto reír.

Montones de recuerdos de aquéllos años se me agolpan en mi extraña y caprichosa memoria, y muchos son de momentos divertidos, curiosos, de situaciones disparatadas o de lugares especiales. Pero aún así tengo que manejarlos con cuidado, porque algunos todavía tienen la capacidad de hacerme daño, como las traicioneras minas de viejas guerras olvidadas.

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martes, 24 de noviembre de 2009

Doble o nada


He perdido la apuesta de hoy. Es verdad. La he perdido, y pagaré lo apostado. Pero no me importa, porque he recuperado la posibilidad de jugar. En realidad, he ganado el doble o nada.
Así que quizá no proteste cuando haga efectivo mi pago...

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lunes, 23 de noviembre de 2009

Risas olvidadas

Lo mismo que un cascabel suena al más leve movimiento, se me escapa la risa casi sin querer. Incluso cuando me tomas el pelo, que mira que es sencillo en mi caso...

¿Me reía tanto entonces? No lo recuerdo bien, pero creo que no tanto como ahora. Me tuviste que recordar algún episodio memorable, del que me reí como hace 16 años, pero no tengo la sensación de haberme reído entonces como ahora, a un ritmo de dos o tres carcajadas a la hora en promedio.

No sé, mi memoria es caprichosa. Pero en eso tengo suerte: se me olvidan tus chistes y tus ideas disparatadas, y me río cada vez que me las cuentas.

Y es que igual otras cosas no, pero mira que la risa la tengo fácil. Y eso me salva...

If I ever lose my faith in you (Sting, 1993)

You could say I lost my faith in science and progress
You could say I lost my belief in the holy church
You could say I lost my sense of direction
You could say all of this and worse but

If I ever lose my faith in you
There'd be nothing left for me to do

Some would say I was a lost man in a lost world
You could say I lost my faith in the people on TV
You could say I'd lost my belief in our politicians
They all seemed like game show hosts to me

If I ever lose my faith in you
There'd be nothing left for me to do

I could be lost inside their lies without a trace
But every time I close my eyes I see your face

I never saw no miracle of science
That didn't go from a blessing to a curse
I never saw no military solution
That didn't always end up as something worse but
Let me say this first

If I ever lose my faith in you
There'd be nothing left for me to do



jueves, 19 de noviembre de 2009

A salvo del tiempo



Si me preguntasen, diría que hay muy pocas cosas que estén a salvo del tiempo. Tú seguramente contestarías que tus adoradas matemáticas. Yo podría decir que quizá unas viejas cartas y fotos en una caja azul. Leerlas o ver a las personas retratadas en ellas es como penetrar en una burbuja de presente, en una cápsula del tiempo, pero ni siquiera eso es cierto porque los ojos que las leen o miran ahora ya no son los mismos que los que las leyeron el día que llegaron en el correo postal o los que encuadraron la escena a través del visor de la cámara con carrete de 12 fotos a color.

Miro hacia atrás y no me apenan los años que han pasado. Como tú, he sido feliz, he hecho muchas cosas, he dejado de hacer otras, soy quien soy hoy en gran medida por lo que he vivido hasta ahora, pero tengo la sensación de que me dejé por el camino algunas cosas que formaban parte de mí de manera tan esencial que tuve que mirarme al espejo y ver mi reflejo para recordarlo.

Y ahí están, y tú sin pretenderlo me lo muestras delante de un plato de exquisito pescado o en una curiosa discusión sobre gatos encerrados en cajas que no están ni vivos ni muertos. Ese es el truco de magia que te sale tan bien conmigo: haces que ya no necesite ningún espejo.

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viernes, 13 de noviembre de 2009

Pasado

Suelo viajar por mi vida hacia el futuro de la misma manera que conduzco: mirando hacia adelante, casi siempre al horizonte hacia donde me dirijo, girando el volante cuando llego a algún cruce en el que tengo que decidir si derecha o izquierda e incluso teniendo que dar vueltas a alguna que otra rotonda hasta que puedo elegir mi salida. Los días de niebla sólo puedo ver los pocos metros de asfalto que tengo justo delante. Y en alguna ocasión me he equivocado en el desvío por una mezcla de circunstancias: poca visibilidad, malas indicaciones de algunos compañeros de viaje de dudosas intenciones, señales maliterpretadas...

Lo que no suelo hacer muy a menudo es mirar al espejo retrovisor. Creo que tiene el tamaño adecuado y que está colocado donde debe, una pequeña ventana al pasado a la que sólo hay que echar un algún vistazo cuando es necesario. Y a veces lo es. Yo lo he necesitado en algunos momentos en estos últimos meses para comprender, y comprenderme, y en eso mi querido náufrago me ha ayudado contándome algunos episodios de mi propia vida.

Pero haciendo eso me he dado cuenta de que el pasado removido es como la tierra que ya no cabe en el hoyo de donde se ha sacado; las capas que se fueron depositando con el tiempo pierden su estructura, se mezclan entre sí, se desbarata su orden, pero también se airean y se descubren de nuevo las que quedaron tapadas, se vuelven a abrir antiguas habitaciones de la mente y el corazón que se cerraron a veces de un portazo, a veces con dolor.

Seguramente tardaré algún tiempo en terminar de excavar en ciertos lugares de mí misma, y me verás los montículos de vagos recuerdos, situaciones revividas, sensaciones amargas, risas olvidadas... y como ayer, te pediré perdón por alguna mentira que ni yo misma sé por qué te dije. O te pediré que me cuentes otra vez cómo ocurrió ésto o aquéllo. Pero sé que me entiendes, y sé que en realidad sabes que es algo que debo hacer, porque no podemos cambiar el pasado, pero sí nuestra percepción sobre él.


SIN LLAVE

Me tienes y soy tuya. Tan cerca uno del otro
como la carne de los huesos.
Tan cerca uno del otro
y, a menudo, ¡tan lejos!...

Tú me dices a veces que me encuentras cerrada,
como de piedra dura, como envuelta en secretos,
impasible, remota... Y tú quisieras tuya
la llave del misterio...

Si no la tiene nadie... No hay llave. Ni yo misma,
¡ni yo misma la tengo!

(Ángela Figuera Aymerich)

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lunes, 9 de noviembre de 2009

Huésped


Yo no sé si son las condiciones meteorológicas externas o internas, si es porque llueve o porque lluevo, si una cosa lleva a la otra o es esta curiosa vida la que nos arrastra, nos trae, nos quita y nos coloca, o es esa química que te sujeta por debajo pero que también te tapa por arriba y te mantiene en un extraño y estrecho ancho de banda que a veces no reconozco, o que no reconozco porque llueve o porque lluevo y en estas condiciones meteorológicas la que no funciona bien es la química de mi cerebro, que hace que de vez en cuando me sienta como una huésped de mí misma.

No lo sé. Quizá es que soy una egoísta porque quiero verte sin el plástico que te envuelve, o quizá sin darme cuenta he hecho que el plástico me envuelva a mí y sólo en algunos momentos soy capaz de notarlo de forma sutil, deformando levemente la realidad sólo lo justo para que dude de si son las condiciones meteorológicas externas o internas, o si es porque llueve o porque lluevo, y vuelta a empezar...

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viernes, 6 de noviembre de 2009

Lluevo


A pesar de que ha pasado ya algún tiempo desde que mi mente y mi corazón salieron del coma, de vez en cuando alguno de los dos necesita una cura de primeros auxilios. Son pequeñas punzadas que me recuerdan que todavía no he tomado la dosis suficiente de la medicina más barata y efectiva que existe para estos casos: el tiempo.

Eso me recordaba hoy mi mejor sólo-amigo, que estos días brilla de alegría pensando en la nueva vida que le espera, que tanto ha esperado él. "No te fijes fechas, no pienses que en Navidad o en Semana Santa o en el verano estarás mejor, éstate mejor ahora. Disfruta de cada rato, saca chispas a cada momento...".

Y es verdad. Cada buen momento me cura. Cada cosa que hago, que hacemos, aunque nos sepa a poco o a provisional es como una gota de bálsamo. Cada caña, cada paseo, cada conversación, cada copa de vino, cada película... me recuerdan que el futuro llegará, pero que mientras tanto podemos intentar vivir este extraño presente con un poco de gracia.



(Pero deja que tenga un momento agridulce y que te diga que hay ratos como éste en el que daría cualquier cosa por que me preparases una taza de café...)

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miércoles, 4 de noviembre de 2009

Alegría


Platero jugaba con Diana, la bella perra blanca que se parece a la luna creciente, con la vieja cabra gris, con los niños...

Salta Diana, ágil y elegante, delante del burro, sonando su leve campanilla, y hace como que le muerde los hocicos. Y Platero, poniendo las orejas en punta, cual dos cuernos de pita, la embiste blandamente y la hace rodar sobre la hierba en flor.

La cabra va al lado de Platero, rozándose a sus patas, tirando con los dientes de la punta de las espadañas de la carga. Con una clavelina o con una margarita en la boca, se pone frente a él, le topa en el testuz, y brinca luego, y bala alegremente, mimosa igual que una mujer...

Entre los niños, Platero es de juguete. ¡Con qué paciencia sufre sus locuras! ¡Cómo va despacito, deteniéndose, haciéndose el tonto, para que ellos no se caigan! ¡Cómo nos asusta, iniciando, de pronto, un trote falso!

¡Claras tardes del otoño moguereño! Cuando el aire puro de octubre afila los límpidos sonidos, sube del valle un alborozo idílico de balidos, de rebuznos, de risas de niños, de ladreos y de campanillas...


Platero y yo
Juan Ramón Jiménez

domingo, 1 de noviembre de 2009

Nena nenita


Esta mañana mientras paseaba por mi ciudad me acordaba de Luna y de la forma que tiene la gente de mirar a los que de vez en cuando vamos sonriendo por la calle. Las comisuras se me han empeñado en mirar hacia arriba a pesar de mis esfuerzos por mantener la compostura porque claro, por la calle hay que ir muy serio y mirando al frente, pero no podía dejar de pensar en mi mejor sólo-amigo y en la noticia que ha recibido, una de las mejores que oirá en su vida.

Quizá ella haya nacido un poco lejos, pero eso se podía arreglar. Nos mira desde la foto con sus limpios y chispeantes ojos cuya forma habla de un país remoto y con su pequeña boca en forma de "o", como una pregunta. Veo de reojo tu sonrisa al mirarla, el brillo de tus ojos, que se ha hecho tan intenso por el largo tiempo que la llevas esperando. Y noto la alegría que me llena el estómago de mariposas, que se asoma transformada en agua en mis ojos y que me obliga a sonreír, al pensar en la promesa que habita en las letras de su sonoro nombre de fruta.

Y es que he sido consciente de que da igual que los hijos nazcan del propio vientre o que vengan del otro lado del planeta. Lo que es seguro es que siempre, de algún modo, encuentran su camino a casa.

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jueves, 29 de octubre de 2009

Soy


Me dices que lo que más te gusta de mí es ésto, mientras señalas lo que hay detrás de mi frente, aunque no conozcas todo lo que hay ahí dentro. Y te sumerges en mi mente sin miedo, sin salvavidas, aunque a veces parezca un mar oscuro y desconocido en el que no haces pie. Te pierdes en los colores que habitan en mis ojos, me regalas tus palabras que acarician mi corazón y te bañas en mi risa que no se acaba nunca, que te habla de mi alegría y que enciende esa luz que tienes dentro, que brilla en tus ojos como las estrellas que tanto me gustan.


Soy la que soy, la que era entonces, la que he sido. Seré la que soy, la que fui, la que conoces.


Soy yo.

domingo, 25 de octubre de 2009

A pesar de todo

A pesar de todo lo que ha ocurrido, de las palabras dichas de más, de las palabras dichas de menos, de los silencios robados. A pesar de lo que falta por llegar y de lo que falta por decir en esta larga travesía que es nuestra, pero que no recorremos solos. A pesar de todo, me siento bien.

De vez en cuando encuentro un oasis en el que descansar. Me siento en la orilla, me dejo acariciar por el aire que sopla palabras en mi oído, inspiro hondo y miro la superficie del agua. Soy yo. Sí, vuelvo a ser yo otra vez. Sonrío, y me levanto para volver a emprender el camino.

A pesar de todo.

lunes, 19 de octubre de 2009

Frío


La temperatura que ha hecho estos días en esta ciudad me ha recordado que nací demasiado al norte. A las orquídeas les encanta el calor, pero las que viven aquí saben que habrá que esperar hasta bien entrada la primavera del año que viene para que dé gusto pasear por la calle. Aún así, este año eso no me ha molestado tanto como otros. Siempre suelo recibir los primeros fríos a regañadientes, pero curiosamente esta vez el tiempo ya invernal se ha sintonizado con mi mente y mi cuerpo -mi corazón sigue a lo suyo y no se preocupa por esos detalles-, entrando en una especie de compás de espera en el que tengo la calma que necesito.

Así que así estoy, no en mi mejor momento pero tampoco en el peor, con los sentimientos todavía algo amortiguados, con el brillo de mis ojos un poco atenuado, pero con la sensación de que aunque quizá en la superficie no se aprecie todavía, el tiempo pasa, las heridas duelen menos y el futuro poco a poco vuelve a aparecer en el horizonte.

Y vuelvo a ser capaz de reírme a carcajadas. Cómo había echado de menos reírme a carcajadas...

martes, 13 de octubre de 2009

Momento


La tarde lo inunda todo con su luz dorada y cálida, casi tangible, en un extraño contraste con el aire fresco y con aroma a bosque húmedo que siempre suele haber aquí. El paisaje es verde con algún toque marrón, como mis ojos, que lo miran, lo reconocen y sonríen como se hace a los viejos amigos a los que no se ha visto en mucho tiempo. Inspiro hondo y te miro. Tus ojos se han vuelto más claros con esta luz que nos envuelve, y el aire huele tan bien...

Y recuerdo que por la mañana la casualidad me ha dedicado uno de sus guiños cómplices. Y pienso en la belleza que me rodea en este momento perfecto.

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domingo, 11 de octubre de 2009

Lluvia

Y son las gotas: ojos de infinito que miran
al infinito blanco que les sirvió de madre.

(Federico García Lorca)


Llueve, pero hoy el día no es gris.









jueves, 8 de octubre de 2009

Fecha de caducidad


Se pregunta la hermosa princesa si en este mundo superficial todo tiene fecha de caducidad, hasta el amor. Mi querido náufrago le contesta que nada es eterno, salvo quizá las matemáticas. Yo no soy tan radical, pero creo que no hay nada peor para el amor que creer que durará para siempre.

No hay nada peor que darlo por sentado.

No hay nada peor que dejar de hacer el esfuerzo de mantenerlo y cuidarlo, de dedicarle tiempo. No hablo de estar todos y cada uno de los minutos del día pendiente, pero sí tener algún detalle, algún pensamiento, de buscar el encuentro con el otro. Puede que con cosas tan tontas como regalar una flor porque sí, porque he pensado en ti, o hacer algún comentario agradable sobre él en público, o darle un gran abrazo (o un buen masaje) en un mal día o sencillamente decirle lo feliz que eres y la suerte que tienes de que esté a tu lado. Cosas así. Y creo que esas cosas se hacen cuando no se da por sentado que el otro va a estar contigo para siempre porque un día firmasteis un papel. Esas cosas se hacen precisamente cuando se es consciente de que el amor, sin cuidados, tiene fecha de caducidad, se marchita, como le pasó a mi pobre y preciosa orquídea blanca.

Quizá, querida Ther, haya que cambiar el enfoque y pensar que el amor puede caducar para que dure para siempre. Y esa idea no tiene nada de superficial.

lunes, 5 de octubre de 2009

Whatever works


"Whatever love you can get and give, whatever happiness you can provide, every temporary measure of grace,... Whatever works."

(Aprovecha todo el amor que puedas dar o recibir, toda la felicidad que puedas birlar o brindar, cualquier medida de gracia pasajera,... Si la cosa funciona.)


Parece una idea sencilla, pero se nos acaba olvidando atendiendo todas esas pequeñas cosas sin importancia de las que nos ocupamos todos los días, todos esos ladrones de tiempo y esfuerzo. De vez en cuando me gusta parar y pensar, hacerme consciente de ello. Y también me encanta que alguien me lo recuerde a través del personaje de una película. Y si además esa película me hace reír con ganas, ¿qué más puedo pedir?.

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sábado, 3 de octubre de 2009

Guiño


Orquídeas
Cargado originalmente por Crazy Souza
He vuelto a ver el brillo en tus ojos, y mi corazón canta su alegría a través de la risa que se me escapa de la garganta. Voy a dejarla fluir, porque tengo de sobra.

Y además, es el mejor tratamiento de belleza. ¿O no?

miércoles, 30 de septiembre de 2009

Palabras


A veces siento que no encuentro las palabras que necesito para poder expresar lo que tengo en el corazón. Mi mente busca las que mi corazón le pide para poder mostrarse, pero no siempre consigue encontrarlas porque en esto los dos son muy exigentes y en muchas ocasiones acaban ambos frustrados. Quizá por eso siempre he sido una experta en silencios.

Pero precisamente por eso, porque sé mucho de silencios, entiendo el silencio de los demás. Hay personas que cuando ven a un amigo pasándolo mal, se empeñan en que ese amigo les cuente qué le pasa, que se sentirá mejor, insisten, insisten, pero a pesar de su buena voluntad en realidad sólo buscan encontrarse bien ellos en relación a su amigo, quitarse el malestar de verle así, empeñarse en ayudar para sentir que han intentado hacer algo. Pero un buen amigo es capaz de aguantar ese malestar y esperar a que la otra persona elija el momento de hablar, o incluso que elija no hacerlo. Un buen amigo respeta el silencio, está ahí, como decía mi querida Luna, a una distancia de 15 minutos, pero siempre esperando.

Elige hablar ahora, o después o dentro de un año. Elige si quieres hablar o si quieres callar. Elige lo que quieras decirme. Elige, porque siempre podrás contar conmigo.

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lunes, 28 de septiembre de 2009

Culpa

Si un niño agoniza, poco a poco, en silencio,
con el vientre abombado y la cara de greda.
Si un bello adolescente se suicida una noche
tan sólo porque el alma le pesa demasiado.
Si una madre maldice soplando las cenizas.
Si un soldado cansado se orina en una iglesia
a los pies de una Virgen degollada, sin Hijo.
Si un sabio halla la fórmula que aniquile de un golpe
dos millones de hombres del color elegido.

Si las hembras rehuyen el parir. Si los viejos
a hurtadillas codician a los guapos muchachos.
Si los lobos consiguen mantenerse robustos
consumiendo la sangre que la tierra no empapa.

Si la cárcel, si el miedo, si la tisis, si el hambre.
Es terrible, terrible. Pero yo, ¿qué he de hacerle?
Yo no tengo la culpa. Ni tú, amigo, tampoco.
Somos gente honrada. Hasta vamos a misa.
Trabajamos. Dormimos. Y así vamos tirando.
Además, ya es sabido. Dios dispone las cosas.

Y nos vamos al cine. O a tomar un tranvía.


(Ángela Figuera Aymerich 1902-1984)

martes, 22 de septiembre de 2009

El regalo

Hoy mi Ángel de la Guarda ha recibido un regalo. Un regalo inesperado, a pesar de llevar anunciado ya algún tiempo en un lugar cercano. El regalo acompañaba a un "gracias" de corazón y ella ha dicho que no hacía falta, que los amigos hacen esas cosas, que están para eso, pero yo creo que sí era necesario.

Tú me has dicho muchas veces que las relaciones hay que cuidarlas, que hay que invertir tiempo en ellas, que no se deberían dar por sentadas tan a la ligera. No sé si sabes hasta qué punto doy gracias de que seas mi amiga, que me salvaste, que gracias a ti comencé a salir del agujero oscuro en el que llegué a encontrarme, que no sé qué habría hecho si aquel día no hubiera podido hablar contigo. Sé que esto te da muchísima vergüenza, y como a mí también, pues te lo dejo dicho aquí y así la próxima vez que nos veamos no nos decimos nada y ya está.

Muchísimas gracias. Y, por favor, guárdame alguno, que están buenísimos.

viernes, 18 de septiembre de 2009

Otoño


Oficialmente todavía le quedan unos días a este verano, pero en realidad ya se ha marchado. Se nota en el ambiente, el fresco, la lluvia, los días más cortos. Con lo que me gusta el calor, pero claro, no me puede gustar otra cosa, soy una orquídea...

Mis amigos han estado toda la semana pendientes de mí. Mi mejor sólo-amigo, mi amigo rojo de ojos verdes, mi cuasi-prima y la extraña pareja. Y, por supuesto, mi Ángel de la Guarda. No sé qué habría hecho sin ella, y así se lo decía a mi querido náufrago. No quiero ni pensarlo.

Tengo mi ropa de abrigo guardada en cajas, pero creo que al final no la usaré. Creo que voy a darme algún capricho y voy a comprar cosas nuevas. Necesito cosas nuevas y bonitas, y voy a invertir tiempo en buscarlas. Quiero verme bien.

Tengo ganas de estrenar, estrenar ropa, estrenar momentos, estrenar una nueva etapa de mi vida. Tengo ganas, y eso es buena señal.

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miércoles, 16 de septiembre de 2009

Todo es extraño


Todo es extraño. Nuestras miradas, nuestros colores, los temas de conversación. Todo tiene una pátina rara. Todo está en el aire, en esos eternos segundos en los que contenemos el aliento, esperando.

Mientras tanto, el tiempo pasa tan despacio que parece de piedra. Y leo que hay quien rehace su vida en apenas un verano mientras miro mis escombros, todavía diseminados y todavía calientes, y miro los tuyos, que te llenan los ojos de ceniza.

Yo también estoy cansada. Muy cansada...

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martes, 15 de septiembre de 2009

Y después de la tormenta...


Cada vez duran menos. Cada vez el malestar desaparece antes. Los días de tranquilidad ya predominan.

Incluso hay momentos en los que, como dice mi querido náufrago, sale el sol. Un sol todavía huidizo que nos calienta en estos días tristes y que nos devuelve por un momento nuestros verdaderos colores antes de que los nubarrones grises vuelvan a difuminarlos y a quitarnos el brillo de la mirada.

Pero el tiempo, como el viento, los arrastrará lejos de nosotros, trayendo en su lugar días azules de risas, juegos, complicidad, conversaciones eternas, caricias sin prisas y palabras libres, sin censura.

domingo, 13 de septiembre de 2009

Domingo de tormenta

El caso es que el día de hoy no ha empezado mal, pero a media mañana unos densos nubarrones han decidido reunirse encima de mi cabeza, y ahí siguen. Hoy no debería haber abierto esas cajas. Hoy no.

Tengo ese sabor amargo en la garganta y muchas ganas de gritar.

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jueves, 10 de septiembre de 2009

Decisiones




Tomar decisiones puede resultar una de las tareas más duras a lo largo de la existencia, y cuando es de tal calado que supone un cambio de vida, es importante que el propio proceso de tomar esa decisión esté bien hecho. Una cosa es que una decisión tenga consecuencias imprevistas o que llevarla adelante sea más o menos duro, y otra muy distinta es que la propia decisión esté bien o mal tomada. No se puede tomar una decisión en un arrebato, o sin contar con toda la información o la serenidad necesaria. De una decisión así uno se suele arrepentir, lo que hace todo mucho más doloroso y complicado.

El problema es que para tomar una buena decisión no sólo hay que sentir, hay que reflexionar mucho, y el estado de ánimo en el que se está no ayuda precisamente a pensar con claridad. Pero es necesario. Es necesario elaborar dolorosas listas de cosas a las que se renuncia, frente a cosas que se ganarán con el tiempo. No sólo dejaremos atrás lo malo, también tendremos que despedirnos de lo bueno. Y eso duele, duele muchísimo.

Así que más vale tener claros los motivos por los que decidimos un camino u otro, porque una vez emprendido éste volvemos a pensar sobre la decisión aunque no queramos, y es posible que la mente o el corazón nos jueguen malas pasadas.

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miércoles, 9 de septiembre de 2009

Belleza


Le decía el otro día a mi querido náufrago que necesito belleza en mi vida. Me han hecho daño y lo he hecho yo, y mucho en ambos casos. Por ello, mi mente es todavía un barullo de pensamientos -aunque eso sí, con algunas guías bien claras que me llevarán a donde me he marcado como destino-, mi corazón sigue a lo suyo y mi cuerpo lo acusa a diario, haciendo un nudo sobre otro en los músculos de mi espalda.

Y es ahora cuando necesito ver, oír y sentir cosas bonitas, que actúan como bálsamos que alivian el dolor en los malos momentos y que acompañan en los momentos tranquilos. Necesito ver (con toda la intensidad que se le puede dar a ese verbo) el Universo una noche cálida y sin nubes, necesito oír la música que encuentra su eco y me resuena por dentro, necesito leer las palabras que me mecen y me besan con suavidad la mente, necesito notar el sol y el agua salada sobre la piel y, sobre todo, necesito sentir la magia que está detrás de todas las cosas cotidianas.

Y es verdad, toda esa belleza está a mi alrededor. A veces me resulta asombroso lo fácil que es percibirla...

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domingo, 6 de septiembre de 2009

Otra vez


Otra vez me roban mis silencios. Otra vez me encuentro mostradas a la vista de todos las palabras que quería guardar, como los papeles o las fotos que aparecen desperdigadas por la calle después de un terremoto. Otra vez.

Los pocos rincones de intimidad que tengo en el exterior de mi cabeza se ponen al descubierto, contra mi voluntad. Lo dije, y muy claro: mi intimidad está en lo que callo. Y tú me lo robas, una y otra vez.

Ayer me exigiste que no hable más contigo. Hoy te exijo yo que no hables más de mí.

viernes, 4 de septiembre de 2009

El tiempo


El tiempo
Cargado originalmente por EConde

Medimos el tiempo en intervalos regulares: horas, minutos, segundos... pero no hay nada que apreciemos de forma más relativa. El tiempo pasa deprisa cuando las rutinas marcan el ritmo de la vida: las semanas pasan rápido cuando en nuestras vidas no ocurre prácticamente nada nuevo. Después de Semana Santa y casi sin darnos cuenta llega el verano, y luego el verano se ha ido y de repente ya es Todos Los Santos. Y de ahí, al turrón de la Navidad, un suspiro. Y enseguida, otra vez Semana Santa.

Pero ocurre justo al contrario cuando hay cambios, situaciones nuevas, acontecimientos que se unen a ciertas fechas, recuerdos que quedan engarzados al calendario como pequeñas joyas hechas de memoria. Entonces, el tiempo se estira, se ralentiza, como una imagen a cámara lenta, como los movimientos de un buceador; precisamente por el peso de esos acontecimientos.

Mi tiempo es así ahora, denso y pesado, y vuelvo a mirar al reloj y las manecillas siguen en el mismo sitio, burlonas...

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miércoles, 2 de septiembre de 2009

Vértigo


Todavía con vértigo en el estómago, me empeño en que mi mente conserve las riendas, en que mi cuerpo descanse, en que mi imaginación no me juegue malas pasadas. Y mi corazón... ay, mi corazón.

Todavía no consigo mis rutinas, no intuyo el futuro, no se aclara la niebla. Demasiado ruido como para oír la música.

Pero esto es la vida y, como dijiste, estamos en el mejor de los Universos posible.


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lunes, 31 de agosto de 2009

Amigos




Mi mejor solo-amigo está fuera estos días y echo mucho de menos su presencia tan cercana, sus vistazos desde la puerta para verme la cara, su intuición, sus cortas preguntas, y esa voz tan grave con la que con dulzura me regala sus palabras tan certeras, lo que compensa el hecho de que jamás se me acercará físicamente para darme un abrazo. Él no da abrazos, pero es perfecto así.

Le he echado en falta nada más empezar el día, a pesar de mis esfuerzos por centrar mi mente en lo que debía. Pero ahí estaba mi Ángel de la Guarda al otro lado de la línea. Un rato de conversación, y todo mejora. No sé qué haría sin ella.

Aún así, mi amigo rojo de ojos verdes lo ha notado nada más verme. Me ha mirado con preocupación, ha conseguido hacerme reír con ganas en el café y luego me ha acompañado, escuchándome en silencio. Mi amigo rojo de ojos verdes es muy distinto a mí, pero sabe escuchar y sabe ofrecer apoyo, y por eso le adoro.

Y todo esto, sólo durante esta mañana...

Siento amor y cariño a mi alrededor. Soy realmente afortunada.

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sábado, 29 de agosto de 2009

Universo

A veces solía quedarme contemplando el cielo nocturno, mirando una por una las estrellas, a las que con el paso del tiempo llegué a conocer. Las Pléyades, Orión, la Osa Mayor, Antares (en la constelación de Escorpión),... incluso Júpiter y Venus, con su luz mucho más cálida y cercana.

Las contemplaba y sentía que me perdía en la inmensidad del Universo. Una inmensidad de la que jamás me podría hacer consciente, un cosmos tan enorme que me resultaba absolutamente inconcebible. Un océano de espacio y de tiempo. Sentía que mi mente se ensanchaba hasta su límite en un intento inútil de abarcarlo, y notaba mi corazón latiendo deprisa ante tanta belleza; mi corazón, compuesto por átomos que un día se cocinaron allí arriba, en hornos estelares a temperaturas imposibles, un corazón formado por auténtico polvo de estrellas.

Y después, en un momento dado, dejé de mirar hacia arriba y todo mi mundo se hizo mucho más pequeño. Dejé de pensar en esa inmensidad, dejé de sentir esa belleza. Y sé por qué ocurrió: dejé de tener con quien compartirla. Ya no hubo nadie a mi alrededor que se maravillase ante ella, y acabó quedándose atrás, aletargada en el archivo de sensaciones pasadas.

Buscaré una noche clara y cálida, e iré a tumbarme sobre la hierba a reencontrarme con el Universo. Y me encantaría que compartieras ese momento conmigo.

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miércoles, 26 de agosto de 2009

Cuerpo


He pensado bastante en ello estos días. Es una sensación que poco a poco ha ido formándose, abriéndose paso hacia mi mente hasta que me ha sorprendido, y es que no he sido consciente hasta ahora de lo que mi cuerpo va a echar de menos el contacto físico con otra persona.

No estoy hablando únicamente de sexo, que también, sino del contacto en general en los gestos cotidianos: ver la tele con las piernas sobre el otro y notar su mano apoyada en una de ellas, unos brazos rodeando la cintura por detrás en la cocina, unas caricias en la espalda en la cama, un beso al decir hola, al decir adiós...

Mi cuerpo es el campo donde mi mente y mi corazón han librado sus batallas, y se nota. Mi estómago a duras penas ha admitido comida en estas últimas semanas, y mi cara ha sido un reflejo muy evidente de mi estado de ánimo. Sin embargo, los días pasan y muchas situaciones van quedando atrás, y es ahora cuando mi cuerpo acusa las pérdidas y hace recuento de bajas: caricias, abrazos, besos... el sentido del tacto, la piel. Esa ha sido su gran baja en este terremoto.

Quizá eso no sea lo más importante en todo este proceso, pero lo voy notando y no contaba con ello. Francamente, me va a resultar muy difícil hacerme a esa idea.

Y eso que hace ya semanas que duermo sola.

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martes, 25 de agosto de 2009

Hoy y mañana


Hoy es un día especial. Por un lado, ha sido un día especialmente gris y triste, pero por otro es una fecha señalada. Así que he tomado una determinación.

Hoy será mi último día gris, y mañana amanecerá con el cielo azul.

Y así, a una velocidad de un día por día, a partir de mañana comenzaré el viaje hacia mi futuro. Sé que éste no será el último día gris; sé que habrá otros, pero sólo lo serán si no queda más remedio. Estoy cansada de estar triste. Estoy harta de lágrimas. Quiero recuperar mis palabras, mis silencios, mi sonrisa. Quiero recuperar mi alegría, que siempre ha sido mi estado de ánimo natural. Y hoy, aquí, en esta fecha tan especial, doy el primer paso.

Tengo mis raíces al aire y tengo mi rama cortada a la longitud precisa. Hoy he decidido que voy a florecer de nuevo.

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domingo, 23 de agosto de 2009

Paz

Paseo por las calles de otra ciudad que no es la mía, una ciudad perfumada con el olor a agua salada que tanto me gusta. Hace sol, pero no mucho calor, el día perfecto para disfrutarlo con amigas entre charlas, pinchos, cerveza y algún que otro escaparate.

Caminan y conversan a mi alrededor, pero mi mente está casi todo el rato en otro lugar, mi corazón definitivamente se me ha perdido y en mi cuerpo se ha instalado un malestar casi permanente, y todo ello se hace evidente en mi expresión. Intento centrarme y disfrutar, participar en la conversación, pero me resulta imposible. Mi Ángel de la Guarda me mira con preocupación. Asomadas a la barandilla del paseo marítimo, después de pasar un rato en silencio mirando al horizonte azul, me dice:

- Qué paz da escuchar el sonido de las olas, ¿verdad?.

Creo que más bien el sonido de las olas manifiesta la paz que uno tiene, cuando la tiene. Y yo ahora no la tengo. No la tengo, sé que la tendré, pero ahora no. Y me hace tanta falta...

jueves, 20 de agosto de 2009

Dolor

- ¿De qué tienes miedo?
- No tengo miedo, lo que tengo es dolor.

Tendríamos que haber dicho... tendríamos que haber hecho... tendríamos que habernos dado cuenta de que...

Ahora ya no tiene remedio. Ahora sólo queda el dolor. Los últimos abrazos, los últimos besos, las últimas cajas, y ese dolor sordo en mi cuerpo. Un dolor que tardará en desaparecer.

- Voy a echarte mucho de menos.
- He sido muy feliz contigo.

martes, 18 de agosto de 2009

Futuro



Los días pasan uno tras otro, y poco a poco van cogiendo velocidad de crucero. Y salvo alguna que otra tormenta de verano, son días relativamente tranquilos. Tenías toda la razón, Ninfa querida, la extraña era yo, absolutamente yo, mirando mi propio proceso. Cómo he agradecido tus palabras...

Mi corazón sigue haciendo de las suyas, pero mi mente va tomando el rumbo apropiado. Y está en lo cierto mi querido habitante de Kokoro cuando dice que es obstinada. No sé lo que ocurrirá en un futuro lejano, pero sí tengo claro lo que quiero para mi futuro cercano, y a por ello voy, sin prisa, pero con paso firme.

Y cuando lo consiga, tendré delante el mundo entero para comérmelo. Sin límites.
(En la imagen, Jericoacoara)

domingo, 16 de agosto de 2009

Reflejo


Hace algún tiempo, de forma inesperada, volví a ver mi reflejo. Me asombró que hubiese pasado tanto tiempo desde la última vez, tanto tiempo que prácticamente había olvidado qué aspecto tenía, pero lo recordé. Y me reconocí.

Ahora no puedo mirarme en ese espejo, pero no voy a olvidar lo que ví, lo que he aprendido. Y es que el reflejo no es lo importante.

Aunque era una imagen tan perfecta, tan preciosa...

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viernes, 14 de agosto de 2009

Extraña

Se me anudan en la garganta las palabras que no puedo decir. Se me hace la boca agua con el agua que no he de beber. Se me apagan los ojos con las cenizas de mis escombros. Se me caen por su peso las manos vacías.

Y, mientras, la vida sigue transcurriendo al otro lado de la ventana.

Pero ya ha pasado un día más, así que falta un día menos para que deje de sentirme como una extraña de mí misma. Para que pueda reconocerme frente al espejo. Para que no sea otra con mi nombre y mi cara la que está sentada aquí, en mi lugar.

jueves, 13 de agosto de 2009

Distancia

Dice la Wikipedia que la palabra distancia expresa la proximidad o lejanía entre dos objetos, o el intervalo de tiempo que transcurre entre dos sucesos. También se emplea como expresión para indicar una relación de alejamiento afectivo entre dos personas: el desafecto.

Me quedo con el intervalo de tiempo que transcurre entre dos sucesos, porque el tiempo es ahora lo importante. El tiempo que tarde en convencer a mi corazón de que vuelva, el tiempo que mi mente necesite para poder pensar en el futuro, el tiempo que tarde mi imaginación en volver a ensanchar mi mundo de nuevo, el tiempo que le cueste a mi cuerpo olvidar.

Me quedo con ese segundo suceso, ese al que llegaré cuando pase el tiempo suficiente y sea libre otra vez. Y cuando llegue lo sabréis, porque mi corazón, mi mente, mi imaginación y mi cuerpo habrán florecido de nuevo.

martes, 11 de agosto de 2009

Nuevas rutinas

Uno tras otro, los días van pasando y ya no son todos grises del todo. Ayer mismo fue un día terrible hasta que llegó la tarde, y con ella suaves rayos de sol se colaron entre las nubes, más negras que la misma noche, que poco a poco fueron desapareciendo.

También la rutina surte su efecto. Solemos mencionarla siempre con connotaciones negativas, pero se echa de menos cuando todo se desbarata. En dosis altas, produce un aburrimiento mortal, pero en pequeñas dosis tiene un suave efecto calmante. Así que aquí estoy, intentando crear algunas nuevas, con pequeños gestos sin importancia que voy repitiendo de manera consciente, hasta que me olvide de ellos y obtenga el efecto que pretendo: poner frenos a las ruedas de mi montaña rusa particular.

Y no os creáis, pero hay ratos en los que tengo la sensación de que lo consigo.


domingo, 9 de agosto de 2009

Intimidad

Hay palabras que quise pronunciar y no pude. Hay palabras que quise no decir y me fueron robadas. Hay palabras que sólo yo debería haber escuchado.

Eso es lo que no tengo, mis palabras y mis silencios.

Pero mi intimidad
mi intimidad está en mi cabeza
en mis pensamientos
en mis sentimientos
mi intimidad no está en cerrar la puerta del baño
o en vestirme o desvestirme
o en lo que hablo o escucho.
Mi intimidad está en lo que callo
y me encanta que seas partícipe de mis momentos de intimidad
aunque no sabes
ni sabrás nunca
lo que pasa por mi cabeza.

sábado, 8 de agosto de 2009

A mano amada (Ángel González)

A mano amada,
cuando la noche impone su costumbre de insomnio
y convierte
cada minuto en el aniversario
de todos los sucesos de una vida;

allí, en la esquina más negra del desamparo, donde
el nunca y el ayer trazan su cruz de sombras,

los recuerdos me asaltan.

Unos empuñan tu mirada verde,
otros
apoyan en mi espalda
el alma blanca de un lejano sueño,
y con voz inaudible,
con implacables labios silenciosos,
¡el olvido o la vida!,
me reclaman.
Reconozco los rostros.
No hurto el cuerpo.

Cierro los ojos para ver
y siento
que me apuñalan fría,
justamente,
con ese hierro viejo:
la memoria.

Mar en calma

No es un día especialmente soleado, pero se está bien. Estoy sentada en la playa que conozco desde hace tanto, mirando un mar que va y viene tranquilo sobre la orilla mientras canta el rítmico sonido de las olas. Sopla algo de brisa que me acaricia la piel, me enreda el pelo, me besa levemente las mejillas con pequeñas ráfagas a su antojo. Todo está en calma.

Me hago consciente de ese lugar a donde han ido mis pensamientos mientras vuelvo de la noche, todavía con esa deliciosa sensación de sueño dulce y cálido en mi cuerpo. Porque es mi cuerpo el que está en calma, por fin. Después de muchos días, esta noche he podido descansar. Siento mi cuerpo relajado entre las sábanas de mi cama, y gracias a eso también siento mi corazón latiendo pausadamente dentro de mi pecho y mi mente tranquila disfrutando de la playa donde sopla el suave viento.

Todavía con los ojos cerrados se me dibuja una sonrisa en la cara, aunque en realidad es todo mi cuerpo el que está sonriendo. Y eso era lo que necesitaba. Eso, y el aroma del café del desayuno.

jueves, 6 de agosto de 2009

Las orquídeas no tienen espinas

Hace algún tiempo, antes de que yo misma supiese que lo era, me regalaron una orquídea blanca. Venía en una maceta transparente llena de agujeros, con algo de tierra, trocitos de cortezas y palitos, que hacían que las raíces estuviesen prácticamente desnudas al aire. De su fina rama colgaban cuatro o cinco preciosas flores, que aguantaron muy bien algunas semanas. Luego poco a poco se fueron poniendo amarillas, se secaron y fueron cayendo sobre la mesa donde estaba colocada.

Pero eso era de esperar. Las orquídeas van floreciendo periódicamente, eso sí, si se sabe qué hay que hacer con ellas.

Cuando se quedó sin flores pensé que así no podía vivir, casi sin sustento, así que la transplanté a una maceta convencional. Además, sin flores la planta estaba tan triste que compré una rama con orquídeas blancas de tela, y la clavé en la tierra. La verdad es que la rama artificial estaba bien hecha, y sólo si te acercabas lo suficiente a ella te dabas cuenta de que no eran flores naturales. Sólo mirándola de cerca se apreciaba el engaño.

La pobre planta intentó sacar sus raíces de aquella maceta al aire para poder respirar. Aún tuvo fuerzas para hacer que le creciese alguna que otra hoja, a duras penas, pero al final se acabó marchitando. Sus hojas perdieron la tersura y acabaron amarillas y desmayadas sobre la maceta que la había matado, contrastando absurdamente con la rama verde llena de flores blancas, perfectas, sin mácula, sin vida.

Qué mal lo hice contigo, mi pobre y preciosa orquídea blanca. Cómo sufriste delante de mis ojos, y yo sin darme cuenta. Cómo te adorné de forma artificial para ocultar tu tristeza, cómo pensando en tu bien pero con ignorancia enterré tus raices epifitas.

Y tú aguantaste lo que pudiste, sin protestar, ocultando tu sufrimiento, porque las orquídeas no causan dolor. Las orquídeas no tienen espinas.

miércoles, 5 de agosto de 2009

Montaña rusa

Así es como me siento, como montada en una montaña rusa. Con mi corazón y mi mente viajando en distintos vagones y sujetos a duras penas a sus asientos.

Y eso que la caída inicial con la que las montañas rusas suelen coger impulso ya ha quedado atrás, pero todavía falta el recorrido. No sé qué vueltas y revueltas dará, no sé si habrá nuevas caídas que aceleren la velocidad, no sé si mi corazón, que es el que peor sujeto va, saldrá volando en algún punto antes de llegar al que espero que sea un frenado suave en la salida.

Lo que sí sé es que al final frenará. Y sé que cuando me baje, volveré a ser yo, que con todas mis alegrías y cosas buenas y a pesar de mis defectos y mis miserias, es lo que más me gusta del mundo. Ser yo.

Al fin y al cabo, soy una orquídea. No hay que olvidarse de eso.

martes, 4 de agosto de 2009

Corazón

Tengo el corazón a la intemperie, y eso no puede ser. Mi mente le insiste en que vuelva, que tiene que ponerse a resguardo, que el clima es incierto, que es por su bien. Pero él, ni caso. Voló a su aire y se posó donde quiso, como siempre se empeñan en hacer los corazones.

Y claro. Anda por ahí, sin pensar en nada más que en el puro presente, sin sentir nada más que el suave tacto de las manos donde reposa, viviendo la vida loca, latiendo ebrio de alegría, y luego pasa lo que pasa. Que se rompe.

Sé que no me hará caso, pero también sé que a pesar de su inconsciencia ha oído la frase-ortiga... La ha oído porque he notado que por un momento ha dejado de latir.

Mente

Hoy le decía a mi mejor sólo-amigo que la mente puede ser muy lógica y racional, pero que a veces tiene mecanismos perversos que nos juegan muy malas pasadas. Lo comprobé cuando dejé de fumar, hace años. Me fui preparando unos meses antes, tomé la decisión y lo hice, y es de las mejores decisiones que he tomado en mi vida. Pero recuerdo que alguna semana después de dejarlo, cuando todavía notaba las ganas, en mi mente se formaban pensamientos por sí solos, del estilo a "¡bah! si tampoco fumaba tanto, total..." o "¡uf! no sé si merece la pena pasarlo así de mal, total, si sólo eran unos pocos al día...". Aquellas vocecillas desaparecieron con el tiempo, pero se me quedó grabado cómo una sustancia adictiva puede hacer que la mente busque y forme por sí sola argumentos, justificaciones, razonamientos totalmente perversos y dañinos.

Y me temo que algunas situaciones por las que atravesamos durante nuestras vidas tienen ese mismo efecto. Es increíble que la mente pueda acostumbrarse a situaciones que contadas a un nuevo espectador pongan como mínimo los pelos de punta. Cómo consigue poner en marcha el mecanismo que baja el volumen de nuestras alarmas, que relativiza la importancia de ciertas palabras, que simula atenuar los efectos de estas últimas.

Mi mejor sólo-amigo me ha dejado hablar, y después con una sonrisa me ha dicho lo que necesitaba oír. Le adoro.

lunes, 3 de agosto de 2009

Buenas y malas noticias

Hoy, a mi Ángel de la Guarda le han dado una buena noticia, una noticia excepcional. Después de una racha que últimamente le había llenado el alma de tristeza, al fin algo realmente bueno, por bueno y por inesperado. Sonaba al teléfono tan emocionada, tan contenta, que me ha alegrado de forma inmediata el día de hoy. Un día que no tenía visos de pasar de ser más que otro día gris en la larga cadena de días grises a la que estoy engarzada. A los Ángeles sólo les deberían pasar cosas buenas.


Pero por lo visto todo tiene su cara y su cruz. Hoy el morador de un ala entera de mi casa también ha recibido una noticia, pero la suya ha sido mala. Otra más, y esta vez tampoco podré abrazarle. Tampoco podré mirarle a los ojos y decirle que lo siento. Los gestos de consuelo que me gustaría ofrecerle no serían vistos como tales.

Estoy aquí. No con la fuerza de siempre, pero estoy aquí. Estoy contigo.

domingo, 2 de agosto de 2009

Hoy te he visto

Hoy te he visto, y no me lo esperaba. En un vídeo de Nochevieja, cuando todo ésto todavía no había ocurrido. Cuando todavía habría dicho que, a pesar de que todo ya distaba mucho de ser perfecto, éramos felices. En la escena, sujetas en brazos al pequeño rubiales, que está asustado porque vamos a encender un cohete lleno de juguetillos pero que mete mucho ruido al estallar. Le hablas en voz baja, le intentas convencer de que no pasará nada, de que no hay peligro...

Hoy el pequeño rubiales ha venido a casa pero no me ha preguntado por ti, y eso es lo que más me ha dolido. Con lo que le quieres y lo que le vas a echar de menos, y él jugando toda la tarde tan despreocupado, tan ajeno al dolor, a nuestro dolor...

Y más magia...

Esta mañana me he asomado a la ventana del patio de la que de momento será mi casa hasta que este momento de transición pase y el futuro se haga más claro. Enfrente vive una familia que es de un pueblo muy especial para mí, un pueblo del que son personas extraordinarias, amigos del alma y amores únicos en mi vida.

¿Y qué veo que tienen colocada en la ventana? Una preciosa orquídea de flores blancas.

Ahí está. Un poco fuera de lugar. Asomada a una ventana de patio, un patio no especialmente bonito, un patio de luces de un edificio de ciudad, con ropa tendida.

Así estoy yo también, un poco fuera de lugar. Rodeada de sonidos familiares pero no habituales, con una sensación como cuando se vuelve a visitar de adulto la casa de la abuela donde se jugó de niño. Con mi mente y mi corazón no sintonizados.

Y, sin embargo, he sonreído al ver la orquídea, porque me ha hecho recordar que la magia está ahí y que me rodea siempre.

sábado, 1 de agosto de 2009

Un toque de magia

"El alma compañera se encuentra cuando ya no se necesita una muleta, cuando se ha aprendido a valerse por sí mismo en la soledad. Cuando ambos han alcanzado ese nivel, entonces están listos para ofrendar un alma libre y sin quiebros al ser amado. Sólo a partir de esas condiciones se puede producir el encuentro definitivo, el cual siempre se realiza en las cumbres, en las cimas de la conciencia, porque es una relación de yo real a yo real." (Enrique Barrios)

Hay textos, fotos, canciones, poemas, que vienen a nosotros en el momento oportuno. Dicen que eso ocurre porque cuando estamos especialmente sensibles o involucrados en un asunto, estamos más atentos a percibir lo que tenga relación con ello, y de ahí que no parezca casualidad.
Pero yo no estoy de acuerdo con eso, al menos no totalmente. Racionalmente supongo que será así, pero no me resisto a creer que existe una especie de energía detrás de las cosas, un toque de magia, un guiño cómplice que la realidad nos regala de vez en cuando, y que a mí me hace sentir bien y sonreír.
 
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